Desde hace más de cien años, los Exploradores buscan ser una respuesta cristiana a las necesidades de los jóvenes. ¿Cómo hacer para mantener actualizada esta propuesta centenaria, que cada sábado reúne a más de ocho mil jóvenes en todo el país? La búsqueda de nuevos caminos para ser fieles al sueño de Don Bosco motivó la realización de un nuevo Congreso Nacional el fin de semana largo del 1 de mayo, en Ramos Mejía, provincia de Buenos Aires.
El camino de preparación comenzó hace un año y medio cuando se realizaron asambleas en las diferentes regiones para recoger las voces de todos los animadores del país. El resultado de ese proceso fue reunido por una comisión que, junto con el Consejo Ejecutivo Nacional, preparó las fichas de trabajo previo que volvieron a cada uno de los batallones.
El lema del Congreso, “Tu amor y tu voz nos pone en movimiento”, fue una invitación concreta a dejarse guiar por el Espíritu de Dios en la búsqueda de nuevas respuestas. No faltó nadie: representantes de los setenta y ocho batallones de todo el país dijeron “presente”. De cada batallón participaron ambos jefes, un delegado, el “capellán” yel asesor laico, en caso de tenerlo.También fueron congresistas los miembros del Consejo Nacional. Entre delegados, organizadores y servidores, trescientos ochenta exploradores llenaron la casa de Ramos Mejía.
Los jóvenes de Buenos Aires y Patagonia austral hicieron de anfitriones, mientras que un equipo de padres y colaboradores de la región La Plata se encargó del servicio de cocina. La animación musical la llevó adelante el grupo Faremometá, del Litoral, mientras que voluntarios de la región Sur coordinaron la secretaría.
Tres grandes temas ocuparon el centro de la escena. En primer lugar, la posibilidad de permitir el ingreso a los batallones de jóvenes, antes restringido a las edades de 8, 9 y 10 años. Por otra parte, la creación de la figura del “asesor/a laico”, un adulto que se suma al capellán religioso como acompañante. Y finalmente, la propuesta de fortalecer el protagonismo de la “comunidad de soles”, que son quienes llevan adelante las actividades para los más chicos.
El primer paso ya fue dado. Ahora resta el desafío de transformar lo acordado en materiales y propuestas concretas para hacer de cada batallón una escuela de vida y de servicio a los demás, actualizada y convocante, para los jóvenes de todo el país.
Por Leonel Mantía • leonelmantia@gmail.com
Boletín Salesiano, julio 2017