El deseo de los jóvenes de hacer algo bonito con su vida.
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Mis amigos y amigas lectores del Boletín Salesiano. En la actualidad, los modos de vivir, expresarse y comunicarse, han cambiado mucho. Sin embargo, siempre te sorprende algo que puedes vivir, algo que puedes ver, algo que puedes escuchar.
Hace un tiempo visité las presencias salesianas de los Estados Unidos de América, y asistí a la escuela media y superior ‘San Dominic Savio’ en Los Ángeles. Compartí varias horas con cientos de alumnos y seguidamente una mesa redonda con cuarenta y cinco jóvenes de la escuela superior. Dialogamos acerca de sus proyectos personales y sus sueños. Fueron unas horas muy agradables y enriquecedoras.
A la hora del almuerzo compartimos un sándwich con los jóvenes en el patio. Yo me encontraba sentado en una mesa de madera al aire libre junto a otros cuatro salesianos. En mi mesa había dos sitios libres, y en un momento, dos jóvenes se acercaron y se sentaron con nosotros. Naturalmente yo les dirigí la palabra e iniciamos una conversación. Pero no habían transcurrido ni dos minutos cuando uno de ellos me dijo: “Yo quiero hacerle una pregunta: ¿qué hay que hacer para ser Papa? Yo quiero ser Papa”.
Me quedé sorprendido. Le dije que nunca me habían hecho esa pregunta, y que me sorprendía que lo tuviera así de claro y decidido. Le argumenté que entre miles de millones de católicos no es tan fácil ser Papa. Y añadí algo más a mi respuesta. Le dije: “Mirá, podrías comenzar por ser salesiano”. Ante esto, el joven me respondió: “Bueno, no le digo que no, porque lo cierto es que mi pasión es Cristo”.
“Mirá, podrías comenzar por ser salesiano”. Ante esto, el joven me respondió: “Bueno, no le digo que no, porque lo cierto es que mi pasión es Cristo”.
Tengo que decirles que ante esto sí que me quedé absolutamente sorprendido, gratamente sorprendido. Creo que hacía muchos años que no escuchaba esa expresión en ningún joven en un contexto tan desenfadado, en la presencia de otros compañeros suyos.
Le dije a mi amigo que me había gustado mucho su respuesta, ya que veía que era absolutamente sincera. Y ya en aquel momento mi pensamiento voló hacia Don Bosco. Seguro que Don Bosco habría disfrutado muchísimo un diálogo con un joven como este. Sin duda que muchos de los diálogos que ha tenido con Savio, Besucco, Magone, Rua, Cagliero, Francesia y otros muchos, tenían mucho de esto, de deseos de esos jóvenes por hacer algo bonito con su vida.
Muchos de los diálogos que Don Bosco ha tenido con Savio, Besucco, Magone, Rua, Cagliero, Francesia y otros jóvenes, eran sobre sus deseos de hacer algo bonito con su vida.
Y pensé en qué importante sigue siendo hoy, 163 años después del inicio de la Congregación Salesiana, seguir creyendo profundamente que los jóvenes son buenos, que tienen tantas semillas de bondad en sus corazones; que tienen sueños y proyectos que muchas veces llevan en su interior tanto de generosidad y donación. Qué importante seguir creyendo que es Dios quien lleva a cabo la buena obra en el corazón de cada uno de nosotros, cada uno de sus hijos e hijas.
Me parece que hoy, en nuestros tiempos, corremos el peligro de volvernos prácticos y eficientes en el mirar todo lo que nos acontece y lo que vivimos, que podemos perder la capacidad de sorprendernos con nosotros mismos y con los demás, y lo que es más preocupante, el no dejarnos ‘sorprender por Dios’.
Aquel joven decía estar fascinado por Jesús. Hasta el punto de decir que Él era su pasión en la vida. Lo mismo ha sucedido, creo, con muchos de nosotros, y con millones y millones de personas.
Les invito, amigos lectores del Boletín y amigos del carisma de Don Bosco, a sumarse a ese grupo de personas, numeroso, que no sé si sería calificado de ‘ingenuo’ pero sin duda sí crédulo, porque creemos que hay tanto bonito que esperar y tanto hermoso que soñar, que desear y en qué comprometernos.
Pienso que como ayer con Don Bosco, hoy son miles y miles los jóvenes que quieren ver a Jesús, que necesitan hacer con él experiencia de amistad, que desean que otros los puedan acompañar en este hermoso camino.
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Don Ángel Fernández Artime
BOLETÍN SALESIANO DE ARGENTINA – AGOSTO 2023