
Ven, Jesús, a nacer en nuestra casa que está, a veces, tan cerrada. Que se inunde con la luz de tu mirada que todo lo espera, que todo lo abuena, que todo lo sana.
Ven, Jesús, y que tu perfume a Vida Nueva lo impregne todo, para que embriagados de humanidad, nos resulte más sencillo reconocernos en los otros, celebrar las alegrías y abrazarnos en las malas.
Ven, Jesús, a nuestra casa, que se llene cada espacio de tu risa, de tus juegos, de tu infancia. Enséñanos a ser niños nuevamente y a confiar en que será mejor mañana.
Ven Jesús, y concédenos la gracia de tu sonrisa apenas estrenada, que espeja lo mejor de cada uno y nos deja creer que podemos ser eso que ves con tu mirada.
Ven, Señor, con lo esencial, a nuestra casa, repleta en estos días de guirnaldas. Que tenerte en pañales en medio de nosotros nos ayude a no perdernos, y a tener siempre dispuestos el pan, la mesa y la palabra.
Ven, señor Jesús, y regálanos el verte dormir en nuestra casa. Que el vaivén de tu pecho que respira suavemente nos invite a cuidar el Sueño que te trajo a esta morada.
Por: Susana Alfaro
salfaro@donbosco.org.ar
BOLETÍN SALESIANO DE ARGENTINA – DICIEMBRE 2025
