Bienaventuranzas de educadores…

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Por Susana Alfaro // msusana.alfaro@gmail.com

Bienaventurados ustedes, pobres de espíritu, porque con generosidad ponen su tiempo, su saber y sus recursos al servicio de sostener el vínculo de los chicos con la escuela, sin hacer cálculos de costo/beneficio, con el desprendimiento de quien se siente agradecido con la Vida por todo lo recibido, sin esperar otro reconocimiento que el ver crecer lo que sembraron en medio de esta tormenta, porque de ustedes es el Reino de los cielos.

Bienaventurados ustedes que lloran de rabia y de impotencia cuando la tecnología parece ponerse en contra y los minutos corren y hay que preparar la cena y atender a los chicos y responder los mails de los padres y tantas otras cosas, porque serán consolados. 

Bienaventurados ustedes, humildes, que con sencillez aceptan la ayuda de los más jóvenes para dominar los medios virtuales y disponen la mente y el corazón para salir de la soledad del aula y trabajar con otros y con otras, creando propuestas más plurales e inclusivas, porque heredarán la Tierra

Bienaventurados ustedes que tienen hambre y sed de justicia y entonces proponen encuentros fuera de horario, envían tareas por distintos medios, llaman por teléfono y hacen lo imposible para aliviar las desigualdades, deseando que cada uno y cada una pueda acceder a lo que la escuela tiene para ofrecer, porque serán saciados.

Bienaventurados ustedes que con corazón misericordioso escuchan las angustias de los papás que sienten que no alcanzan a acompañar a sus hijos como desearían y entienden a los hijos que no pueden responder a todas las propuestas de la escuela porque están sumergidos en una situación difícil de procesar, preocupados por la salud de sus mayores y extrañando la vida conocida que les fue arrebatada, porque recibirán misericordia.

Bienaventurados ustedes, limpios de corazón, que no buscan glorias ni reconocimientos personales sino el bien y el crecimiento de cada uno y cada una de los que les fueron confiados, porque verán a Dios.

Bienaventurados ustedes que procuran la paz, mediando en las peleas infantiles que aparecen en el chat o en las rivalidades entre pares,  prestando el oído a unos y a otros y convocando al encuentro y a la escucha, porque serán llamados hijos de Dios.

Bienaventurados ustedes que son perseguidos y criticados por ofrecer oportunidades diferentes a quienes las necesitan y por ir a buscar a cada uno y cada una al lugar en el que se encuentra aunque no sea el que se esperaría, pues de ustedes es el Reino de los cielos.

Bienaventurados ustedes que reciben acusaciones de poco esfuerzo y mucha paga de parte de quienes no tienen ni idea de las horas de trabajo que hay detrás de una tarea de classroom, un «videíto» o un encuentro de zoom. Bienaventurados, también, cuando los persigan y los critiquen por levantar la bandera de las infancias desprotegidas y avasalladas para mostrar al mundo la fragilidad con que niños y niñas de todas las condiciones sociales atraviesan este tiempo de dolor e incertidumbre. Alégrense y regocíjense porque la Recompensa será grande.

BOLETÍN SALESIANO – OCTUBRE 2020

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Por Susana Alfaro // msusana.alfaro@gmail.com

Bienaventurados ustedes, pobres de espíritu, porque con generosidad ponen su tiempo, su saber y sus recursos al servicio de sostener el vínculo de los chicos con la escuela, sin hacer cálculos de costo/beneficio, con el desprendimiento de quien se siente agradecido con la Vida por todo lo recibido, sin esperar otro reconocimiento que el ver crecer lo que sembraron en medio de esta tormenta, porque de ustedes es el Reino de los cielos.

Bienaventurados ustedes que lloran de rabia y de impotencia cuando la tecnología parece ponerse en contra y los minutos corren y hay que preparar la cena y atender a los chicos y responder los mails de los padres y tantas otras cosas, porque serán consolados. 

Bienaventurados ustedes, humildes, que con sencillez aceptan la ayuda de los más jóvenes para dominar los medios virtuales y disponen la mente y el corazón para salir de la soledad del aula y trabajar con otros y con otras, creando propuestas más plurales e inclusivas, porque heredarán la Tierra

Bienaventurados ustedes que tienen hambre y sed de justicia y entonces proponen encuentros fuera de horario, envían tareas por distintos medios, llaman por teléfono y hacen lo imposible para aliviar las desigualdades, deseando que cada uno y cada una pueda acceder a lo que la escuela tiene para ofrecer, porque serán saciados.

Bienaventurados ustedes que con corazón misericordioso escuchan las angustias de los papás que sienten que no alcanzan a acompañar a sus hijos como desearían y entienden a los hijos que no pueden responder a todas las propuestas de la escuela porque están sumergidos en una situación difícil de procesar, preocupados por la salud de sus mayores y extrañando la vida conocida que les fue arrebatada, porque recibirán misericordia.

Bienaventurados ustedes, limpios de corazón, que no buscan glorias ni reconocimientos personales sino el bien y el crecimiento de cada uno y cada una de los que les fueron confiados, porque verán a Dios.

Bienaventurados ustedes que procuran la paz, mediando en las peleas infantiles que aparecen en el chat o en las rivalidades entre pares,  prestando el oído a unos y a otros y convocando al encuentro y a la escucha, porque serán llamados hijos de Dios.

Bienaventurados ustedes que son perseguidos y criticados por ofrecer oportunidades diferentes a quienes las necesitan y por ir a buscar a cada uno y cada una al lugar en el que se encuentra aunque no sea el que se esperaría, pues de ustedes es el Reino de los cielos.

Bienaventurados ustedes que reciben acusaciones de poco esfuerzo y mucha paga de parte de quienes no tienen ni idea de las horas de trabajo que hay detrás de una tarea de classroom, un «videíto» o un encuentro de zoom. Bienaventurados, también, cuando los persigan y los critiquen por levantar la bandera de las infancias desprotegidas y avasalladas para mostrar al mundo la fragilidad con que niños y niñas de todas las condiciones sociales atraviesan este tiempo de dolor e incertidumbre. Alégrense y regocíjense porque la Recompensa será grande.

BOLETÍN SALESIANO – OCTUBRE 2020

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