“Los salesianos en la Patagonia educaron antes que el Estado”

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Eduardo Valdés: embajador argentino ante la Santa Sede, «orgulloso exalumno” de Neuquén.

Eduardo Valdés se desempeña actualmente como embajador argentino ante la Santa Sede y se reconoce como un orgullo exalumno de Don Bosco. En cumplimiento de su tarea, que desempeña desde octubre de 2014, y también por decisión propia le tocó participar del reconocimiento a la Familia Salesiana realizado por la Cámara de Diputados de la Nación. Allí la formalidad y el texto que el mismo había prepara previamente quedó al margen para dar lugar a sus recuerdos y su gratitud personal para quienes lo formaron en valores desde la infancia. Después de ver el rostro de Don Bosco es difícil hablar, porque me lleva a mi vida de niño  Preparé ocho hojas de discurso, pero no voy a usar ninguna, porque lo que valen son los recuerdos —comenzó Valdés—

“Soy exalumno de Don Bosco y ese sello me trae una emoción muy grande. De primer grado a quinto año fui formado en los valores salesianos. Yo iba al colegio Don Bosco en Neuquén, que estuvo allí antes que el Estado pudiera poner su primera escuela. Por eso los argentinos tenemos mucho para agradecer a la obra salesiana que, en la Patagonia, estuvo antes que el Estado para dar educación en las provincias de Tierra del Fuego, en Chubut, en Santa Cruz, en Neuquén, en Río Negro”, introdujo Valdés, al término del video que, de manera sintética, presenta la amplia y numerosa presencia territorial de la obra de Don Bosco en Argentina.

Retomando lo anterior, Valdés trajo a la memoria al padre Juan Gregui, como ejemplo de tantos salesianos que trabajaron incansablemente por la educación en las tierras de misión: “Fue quien construyó mi colegio, y mientras estaba concluyendo mis estudios ya había inaugurado otro colegio para los más humildes de la ciudad de Neuquén. Después inauguró otro en Zapala… era una máquina de hacer colegios. Además es importante remarcar que todas las construcciones de Don Bosco hacen a la dignidad de lo que van a hacer ahí adentro, que es la educación”.

“Don Jaime de Nevares había armado una escuela, y como no tenía maestros nos pidió a los alumnos del Don Bosco que fuéramos a dar clase —cuenta emocionado Valdés—. Y dimos clases durante todo el verano”.

Al momento de rescatar figuras que fueron significativas durante su paso por el colegio, el embajador, expresó con convicción: “Me gustaría rendir homenaje al curita de mis quince años, que es el padre Fito Fernández, quien me introdujo en lo que se denominaba la ‘Casa de la Juventud’, y me enseñó a ver a Cristo en la persona que sufre, a ser solidario; a hacer carne en uno los problemas del otro. Ese salesiano me marcó la vida. Y hoy veo que hay un Papa igual al curita mío de los quince años: siento un gran orgullo al ver que Francisco es igual al padre Fito, que me formó a mí”. El embajador aprovechó para rescatar el valor de las ideas que transmite Francisco, en un contexto donde muchas veces se busca asignarles tintes explícitamente partidarios. “Incluso con ‘dolor de peronista’ que soy —aclaró Valdés—, la ideología de Francisco no es peronismo, no es marxismo, ni es populismo: son las Bienaventuranzas. Que el peronismo se haya nutrido de la Doctrina Social de la Iglesia es una cosa, pero cuando lo calificamos al Papa de cualquier tipo de ‘ismo’, le estamos bajando el precio. Él es un tributario del Evangelio, es un defensor del Evangelio y de las Bienaventuranzas. No existía Marx, ni existía Perón cuando ya existían las Bienaventuranzas. Eso también me lo enseñaron los salesianos, pero por sobre todas las cosas me enseñaron a ponerlas en práctica”. Y a tono con la coyuntura de crisis migratoria en Europa, no dudó en afirmar: “Si todo el mundo hiciera con los jóvenes lo que hacen los salesianos, ninguno se iría de su país expulsado”.

Por Ezequiel Herrero • redaccion@boletinsalesiano.com.ar

Boletín Salesiano de Argentina, octubre 2015

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