Ser misionero salesiano en tierra musulmana

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El padre Jorge Crisafulli, salesiano argentino en Nigeria, nos comparte una interesante experiencia sobre el carisma de Don Bosco en la tierra de la “Sharía”.

Por Jorge Crisafulli, sdb //

redaccion@boletinsalesiano.com.ar

Aún tengo el vívido recuerdo de niño escuchando a mi madre recitar el poema “Caminante no hay camino” del poeta español Antonio Machado: “Caminante, son tus huellas el camino y nada más; Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace el camino y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar, caminante no hay camino sino estelas en el mar”. Joan Manuel Serrat inmortalizó este poema en su álbum “Cantares”.

Se trata de un hermoso poema –y una preciosa canción– sobre la vida que fluye, anda, recorre, marca pasos y fija destinos. Este poema es una invitación a soñar, a abrir caminos y experimentar cosas nuevas.

Hoy, repensándolo, veo que el poema me invita al coraje, a abrir caminos sin miedos ni prejuicios, a lanzarme hacia adelante sin cálculos o planes premeditados. Como diría Don Bosco: “Yo voy adelante como Dios y las circunstancias me lo dicen”; y hay que tener una gran fe y sentirse muy amado por Dios para hacer una afirmación de este tipo.

Por eso veo mi vida misionera como un continuo “hacer y andar caminos nuevos”. Vivís en actitud de éxodo constante. Cuando comenzás a apoltronarte, a estar tranquilo y cómodo, es entonces cuando ha llegado el tiempo de una nueva partida. Sí, la vida misionera está hecha de partidas y llegadas. Es una invitación continua a abrir caminos, a salir hacia las periferias, en situaciones límite; allá donde nadie se anima a ir, ahí van los misioneros. Hay que apechugar, arremangarse, ser un poco locos de Dios.

A partir de esto les comparto, una linda experiencia misionera en el norte de Nigeria, donde la mayoría de la población Hausa y Fulani son musulmanes estrictos y convencidos y donde los cristianos y los católicos son minoría. Ahí, en esa tierra de musulmanes, decidimos abrir una misión salesiana.

Ser misionero salesiano entre los musulmanes

En efecto, en el año 2014 en el estado musulmán de Kebbi, y con ley Sharía –moral y ley musulmana– nacía la primera obra salesiana en el norte de Nigeria. Recuerdo que, cuando nos vino a visitar por primera vez al obispo del lugar que nos había invitado, paramos a saciar nuestra sed en un pequeño bar de la capital. Ingenuamente pedimos una cerveza “bien fría” para saciar nuestra sed (¡el termómetro marcaba 47 grados a las 3 de la tarde!). El mozo nos dijo inmediatamente: “Aquí no se vende alcohol. Están en un estado musulmán y la venta de alcohol está prohibida”. Se fue y reapareció al rato para decirnos: “El dueño dice que, si quieren tomar cerveza, podemos ofrecérsela en una tetera y se la toman como si fuera té, en tazas de té”. ¡Con todo respeto, pedimos una gaseosa!

El Obispo nos destinó a la ciudad de Koko. Cuando llegamos con el primer grupo de misioneros –todos salesianos africanos–, fuimos a ver al Imán de la ciudad, que nos recibió cálidamente. Este líder religioso fue claro con nosotros: les pido que no hagan proselitismo, ni conviertan a mi gente. No damos tierra para construir iglesias. No pueden hacer procesiones públicas, ni proclamar o manifestar su religión en las calles. Tengan cuidado con lo que predican. Si algún musulmán pide convertirse al islam, tendrá que pagar una multa y presentar un formulario al gobierno con sus razones para dejar la religión del profeta Mahoma. Los cristianos no podrán ocupar puestos públicos o ser jefes de aldeas”

Mi respuesta fue tan clara como su intervención. Le dije que no veníamos a convertir, ni a predicar públicamente, que éramos salesianos de Don Bosco y que queríamos construir una escuela de formación profesional para educar a los jóvenes y para ayudarlos a insertarse en el mundo del trabajo. Los ojos del Imán se iluminaron y pude ver una sonrisa en su rostro. “Exactamente eso es lo que necesitamos. Educar a los jóvenes en diferentes oficios para que no caigan en manos de Boko Haram –un peligroso grupo terrorista del norte de Nigeria–

“Boko Haram” en lengua Hausa significa “la educación del libro es mala”, que quiere decir, la educación occidental y cristiana, la educación de la Biblia es mala. Pero ellos se refieren a la educación formal y confesional, no a la formación profesional y técnica. Don Bosco había encontrado el camino para insertarse pacíficamente en la tierra del Islam a través de la formación profesional y técnica de los chicos y chicas más pobres. Un golazo de media cancha.

Predicar con el ejemplo

El Imán nos ofreció un buen terreno en las afueras, bien afuera, de la ciudad de Koko. Un terreno erosionado, sin árboles ni arbustos, en el desierto más desierto. Y lo aceptamos porque sabíamos que con nuestro trabajo podíamos transformarlo en un oasis, en un bosque donde miles de jóvenes encontrarían paz y alegría en el futuro. Y así fue. “Golpe a golpe y verso a verso”. Hacíamos camino al andar, sin mirar atrás. Levantamos, como Jesús, nuestra tienda en medio de un pueblo pobre y necesitado de todo.

Levantamos un muro por cuestiones de seguridad y construimos un hall donde celebramos Misa para aquellos cristianos católicos que viven en la ciudad. Hemos construido un centro de formación profesional donde se forman chicos y chicas. Viven en nuestros internados durante el tiempo de clases. Tenemos un oratorio y centro juvenil en el que participan niños y niñas de todos los grupos étnicos y religiones. Trabajamos en más de veintiséis aldeas en un territorio vasto y muy complicado por la presencia de bandidos y fundamentalistas. La gente escapa y busca refugio en nuestra parroquia, donde se quedan hasta que pase el peligro.

Así es. Puedo sonar a locura y no es fácil. Los misioneros que animan esta comunidad viven una vida sacrificada. Saben que la posibilidad del martirio es concreta. Pero viven en esa misión con una gran paz y alegría interior. Evangelizan, como nos decía Pablo VI en su Encíclica Evangelii Nuntiandi, no como maestros y con palabras, sino como testigos y con sus vidas. No pueden predicar abierta y explícitamente a Cristo, y eso sí que duele, pero sí lo proclaman implícitamente a través de la formación humana y profesional que ofrecen a los niños y los jóvenes. No hablan de Cristo abiertamente, pero pueden hablar abiertamente de Don Bosco, de su sistema educativo, del sistema preventivo, invitando a los jóvenes a ser honestos ciudadanos y a vivir con un sano temor de Dios.

Nuestra misión es formar a las nuevas generaciones al diálogo, al respeto, a la reconciliación y a la paz. Cristianos y musulmanes conviven en nuestros internados y aulas, preparan comida juntos y comparten la misma mesa, estudian en las mismas aulas y cada uno reza a Dios en su propia lengua y religión. Tenemos que mostrarles que la convivencia es posible. El Islam no es malo. El cristianismo no es malo. La educación, y sobre todo la educación de las chicas, no es algo malo. 

Hay que ayudarles a entender que la religión no es ideología; que absolutizar un punto de vista nos empobrece, porque al final un punto de vista no es más que la vista de un punto, como decía Leonardo Boff. Se trata de formar a las nuevas generaciones a la tolerancia porque, como dice el Papa Francisco, la realidad y la verdad son poliédricas. El sueño de Jesús era la unidad, no la uniformidad. “Fratelli tutti”, todos hermanos y hermanas, somos uno en la diversidad, todos distintos pero unidos en un abrazo universal.

Y seguimos haciendo camino al andar. Nos ha llegado una ayuda y vamos a extender la escuela profesional. Estamos promoviendo la educación de las chicas ofreciéndoles becas de estudio. Hemos comenzado la construcción de un campo de deportes y queremos abrir una escuela de música. La formación profesional, el deporte, la música serán herramientas de cambio social. Seguiremos abriendo caminos para el diálogo, educando a los jóvenes a la paz y al perdón. Y hablaremos de Cristo a las nuevas generaciones con nuestro testimonio de vida y hablando de Don Bosco y su sueño, un sueño que nos hace soñar, transformando lobos en corderos en la tierra de la “Sharía”, en el corazón de la Nigeria musulmana.

Publicado en la Revista Ceferino Misionero

BOLETÍN SALESIANO DE ARGENTINA – JUNIO 2024

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