La educación como bandera

0
2703

Hace más de 200 años, el creador de nuestra bandera ya tenía ideas sobre la educación que hoy “sacudirían el tablero” de muchos.

“¿Cuál es la clave de la felicidad pública? La educación”
Manuel Belgrano, marzo de 1810, periódico El correo de Comercio

 

Por Tomás Mikalonis y Belén Portaro *

¿Cuál creés que debería ser el papel de la educación en la sociedad? Algunas respuestas podrían ser “preparar a la persona para el mundo del trabajo”, “formar al ciudadano”, “dar una preparación para los estudios superiores”, “ser un ámbito de integración social y de trasmisión de conocimientos y valores”, “dar herramientas para desarrollar la vocación…”.

Probablemente, casi nadie diría que la educación tiene como fin conducir a la felicidad de toda la comunidad. Quizás muchos ni siquiera piensen en la posibilidad de la “felicidad pública”. Otros tampoco imaginarían a la educación como algo distinto a una herramienta para alcanzar ciertos logros personales.

Hubo, hay y habrá miles de debates políticos, filosóficos, económicos y pedagógicos acerca de la respuesta a esta pregunta. No lo resolveremos aquí y ahora. Pero sí podemos notar como, hace más de 200 años, el creador de nuestra bandera ya tenía ideas que hoy “sacudirían el tablero” de muchos de nosotros.

Belgrano era hijo de una época donde la “Ilustración” florecía: este movimiento destacaba el uso de la “razón”, a través de la ciencia, para mejorar la sociedad. En España estas ideas habían sido impulsadas por la familia real, y luego llegarían a América de la mano de intelectuales y funcionarios coloniales como Manuel Belgrano.

No pasaría mucho tiempo para que sean evidentes las contradicciones de la corona española al querer fomentar la razón y la ciencia olvidando el desarrollo de las libertades y derechos de la población colonial.

 

Belgrano hace escuela

Como pensador ilustrado, Belgrano cuestionaba muchos aspectos de la sociedad en la que vivía. Por ejemplo, la educación. Observaba en nuestras tierras una situación realmente crítica, especialmente en la educación popular.

Antes de ser miembro del Cabildo Abierto y secretario de la primera junta de gobierno surgida de la Revolución de Mayo, Belgrano había sido secretario del Consulado de Comercio de Buenos Aires, entre 1794 y 1810. Desde esa institución intentó promover la educación: principalmente la elemental y la formación para los distintos oficios y profesiones que el progreso económico de la región requería.

Las ideas de Belgrano, su ejemplo y su lucha por la educación sembraron semillas que permanecieron por décadas y hasta el presente.

En ese contexto fundó las escuelas de Náutica, Dibujo y Matemática. Y también propuso escuelas de comercio, oficios y de matemática con usos militares. Las que llegaron a existir tuvieron que atravesar muchas dificultades: la mayoría fruto de la falta de financiamiento, causada por la falta de interés de los gobernantes y funcionarios de aquellos años. Por eso estas escuelas no tuvieron un gran desarrollo y duraron relativamente poco tiempo. Sin embargo, las ideas de Belgrano, su ejemplo y su lucha por la educación sembraron semillas que permanecieron por décadas y hasta el presente.

Tan importante era la educación para Belgrano que no sólo proponía que se multipliquen las escuelas, sino que los jueces obliguen a los padres a llevar a los niños a la escuela, bajo pena de perder la custodia de sus hijos. Todo esto lo decía 74 años antes de que se establezca la obligatoriedad de la educación primaria en nuestro país, en 1884, y cuando aún hoy queda pendiente que sea un derecho real para tantos niños y niñas.

 

Belgrano da cátedra

Belgrano insistía en la creación de establecimientos de enseñanza, no sólo para la difusión de conocimientos sino también para la formación moral de las personas. Según él, éstas deben ser las primeras preocupaciones de los funcionarios públicos y hasta religiosos. 

Los maestros deberían ser virtuosos y dar el ejemplo a los alumnos: enseñando antes que nada la lectura y escritura, pero guiando a sus alumnos en el camino de la fe cristiana y del honor. ¿No nos recuerda esto al formar “buenos cristianos y honestos ciudadanos” de Don Bosco?

Con bastante ironía, Belgrano denunciaba cómo la corrupción de su época obstaculizaba la educación.

También se preocupaba por una situación que aún hoy es significativa. Planteaba que se debía dotar de un salario a los maestros, lo que denota que no lo tenían. Muchos de ellos obtenían sus recursos del pago de los padres y otros lo hacían ad honorem. Para regularizar esto, y para dar una estabilidad a la figura del maestro, según Belgrano, debían realizar esfuerzos conjuntos el Estado y aquellos padres que, por su situación económica, pudieran hacerlo.

 

Belgrano dice “presente”

Todavía éramos una colonia cuando Manuel Belgrano anunciaba que debía reforzarse la educación en las zonas rurales para no descuidar la agricultura. ¿No sigue siendo una deuda pendiente? Se ha mejorado mucho, pero, ¿cuántos jóvenes aún deben migrar a las grandes ciudades para estudiar, especialmente en el nivel superior? ¿Cómo afecta esto a las economías regionales? Literal de Belgrano: educación para combatir la miseria. Hace dos siglos ya lo tenía claro.

Para Belgrano, debía reforzarse la educación en las zonas rurales: ¿no sigue siendo una deuda pendiente?

Por otro lado, Belgrano manifestaba enérgicamente la necesidad de fomentar la educación de las mujeres. Según él, era más importante que todas las autoridades se dedicaran a establecer escuelas elementales para niñas que dedicarse a fundar universidades. En esa época, la mujer tenía como única función social ser madre. Sin embargo, para Belgrano era necesario e importante que las mujeres se eduquen, y así formar a los hijos que luego serían ciudadanos.

Hablaba de poner en pie de igualdad la educación de hombres y mujeres. Ideas avanzadas incluso si se tiene en cuenta que aún hoy, 210 años después, los principales cargos de poder político, económico, cultural, académico o deportivo son ocupados por hombres. 

 

Belgrano, un hombre con clase

Con bastante ironía, Belgrano denunciaba cómo la corrupción de su época obstaculizaba la educación. Cuando mencionaba que varias personas ricas habían dejado en sus testamentos fondos para crear escuelas y aún no se habían puesto en marcha, decía: “No dudamos que los encargados habrán tenido sus inconvenientes para darles existencia, porque de otro modo, ¿cómo es creíble que haya hombres tan insensibles a los males que padece la Patria por esta falta? No, no es posible que exista entre nosotros quien pueda pensar con tanta malignidad, ni que aquellos a quienes corresponde velar sobre esto lo miren con indiferencia”.

Si pensamos lo que pasó con el premio que le dieron a Belgrano por liderar el Ejército del Norte en las batallas de Salta y Tucumán, esa frase parecería tener cierto carácter predictivo. O denota mucho conocimiento de la realidad por parte de su autor. 

Como fruto de esas victorias, la Asamblea del año XIII le quiso otorgar un premio de cuarenta mil pesos fuertes, lo que equivale al día de hoy a una verdadera fortuna. Belgrano no aceptó el premio, sino que dispuso que con ese dinero se fundaran cuatro escuelas en el norte del territorio nacional. La última de ellas se inauguró 191 años después, en el año 2004. 

Pensar en Belgrano como educador es una invitación a reflexionar nuestra propia práctica educadora.

Pensar en Belgrano como educador es una invitación a reflexionar nuestra propia práctica educadora, a seguir profundizando el conocimiento de este hombre tan importante de nuestra historia y, sobre todo, a replantearnos tantas frases que escuchamos cotidianamente sobre la escuela, los docentes o los estudiantes. Quizás debamos retomar el ideal de Belgrano, y que la educación sea la clave para la felicidad de todos.

* Docentes y licenciados en Historia.

 

BOLETIN SALESIANO – JUNIO 2020

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí