“Si no incluye lo virtual, no brindamos todas las oportunidades”

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Para Mariana Maggio, hace tiempo que la enseñanza debía repensarse, y combinar lo presencial y lo virtual para ser realmente inclusiva. Así lo expresa en su último libro, Educación en pandemia.

Por Santiago Valdemoros
redaccion@boletinsalesiano.com.ar

Durante 2020, en el momento de migración masiva de los edificios escolares a las aulas virtuales, sus aportes sirvieron de orientación a innumerables docentes que encontraron en sus textos y en sus historias de Instagram distintas claves para pensar qué hacer. No era algo nuevo: ya en 2012 y en 2018, había publicado dos libros dedicados a repensar la enseñanza y el uso de la tecnología. Directora de la Maestría en Tecnología Educativa de la Universidad de Buenos Aires, Mariana Maggio “pasó en limpio” mucho de lo trabajado en este contexto para la publicación el mes pasado de un nuevo libro, Educación en pandemia. Guía de supervivencia para docentes y familias (Paidós), sobre el que conversó con el Boletín Salesiano:

Antes de la pandemia, muchos veían la necesidad de un “cambio” en el sistema educativo, desde distintas perspectivas. ¿Algo de lo que estamos viviendo apunta a dejar ese “cambio” esperado?

Yo era una de las que planteaba que teníamos que “reinventar” nuestras clases, generar prácticas de enseñanza más contemporáneas, más relevantes para quienes participan de ellas y más inclusivas. La pandemia, con el cierre abrupto de los edificios escolares, generó una especie de “conmoción”. Y muchos de los que decían que la escuela no interesaba o estaba en crisis, son los que ahora la defienden fervientemente y se dan cuenta de su valor en nuestra vida, en nuestra organización, en nuestra familia.

Esa conmoción trae diferentes “fases”. Hay un primer momento donde la sorpresa nos lleva a ver cómo estamos conectados con los estudiantes. Ahí advertimos que hay muchas deudas de inclusión digital y se generan propuestas que “envían” materiales a los estudiantes, incluso impresos cuando no hay otro camino, pero no necesariamente una práctica de la enseñanza articulada. 

“Las propuestas que se agoten sólo en la presencialidad van a ser expulsivas, porque chicos y chicas tienen que poder trabajar en los dos planos, físico y virtual”.

Después vino una segunda etapa donde, cuando las condiciones de acceso tecnológico lo permiten, se puso énfasis en los encuentros sincrónicos, los webinars… todo tipo de expresiones “en vivo”, que nos llevan a pensar que puede ser la “emulación” del aula. La realidad es que eso no es viable. Genera muchísimo cansancio y las propuestas que en general hacemos son bastante “clásicas”, vuelven a poner en el centro al docente hablando, con bajísimas interacciones, con muy pocas propuestas de colaboración entre estudiantes.

De estos dos momentos es poco probable que emerja el cambio que deseamos. Ahora bien, empiezan a aparecer mejores “balances” en 2021, a pesar de que la gente está más cansada. Hay muchos más docentes que empiezan a trabajar en colaboración, a pensar sus materias articuladas en torno a un proyecto. Hay cambios que tienen que ver con los tiempos, pensándolos de una manera menos fragmentada y más flexible. 

De todas esas alteraciones pueden emerger algunas transformaciones bien interesantes. La pregunta es si vamos a tener la fuerza para sostenerlas cuando volvamos a la presencialidad plena. Sería tristísimo perder el trabajo realizado el año pasado. Necesitábamos un proceso de renovación pedagógica. La pandemia nos empuja a hacer una adopción más acelerada de las tecnologías y genera ciertas condiciones para que esa renovación pedagógica empiece a darse. Si el día que retornemos a los edificios escolares volvemos todo atrás, sería un retroceso que no queremos que ocurra.

Pero la presencialidad en sí misma genera ciertos comportamientos y estructuras que llevan a volver a esa “normalidad” que también extrañamos. ¿Cómo hacemos para no perder el camino ya recorrido?

Todos extrañamos la presencialidad, pero no sólo de las aulas. La de las fiestas, las salidas con amigos: evidentemente hay algo que es muy profundo en nuestra cultura, vinculado al encuentro, que nos falta. Pero volviendo a la escuela, se está poniendo la discusión en términos bastante binarios: presencialidad sí, presencialidad no. Y la realidad es que hace ya tiempo que tendríamos que estar pensando propuestas que funcionen al mismo tiempo en la presencialidad y en la virtualidad. No por la pandemia, sino porque así se construye conocimiento en este tiempo.

Aún cuando volvamos plenamente a los edificios, las propuestas cuyo alcance se agote sólo en la presencialidad van a ser incompletas desde el punto de vista de lo que es relevante en este momento de la historia. Y si son incompletas pueden ser expulsivas, porque los chicos y las chicas, cuando lleguen a los niveles superiores del sistema educativo, o cuando se integren en el mundo del trabajo, van a tener que poder trabajar en esos dos planos, físico y virtual. Si no damos esa formación, no estamos brindando las oportunidades que tenemos la obligación de generar cuando educamos.


Mariana Maggio es doctora en Educación y directora de la Maestría en Tecnología Educativa de la Universidad de Buenos Aires. En abril salió su último libro, Educación en pandemia (Paidós).
Periódicamente publica contenido para educadores en sus redes sociales:
Instagram: @marianabmaggio
Twitter: @marianamaggio


Mencionaste la importancia en este tiempo de “priorizar” contenidos. ¿Con qué criterio priorizamos frente a tantas demandas?

Tenemos que confiar en nuestros docentes. El currículum tiene que ser reinterpretado en cada institución y en cada aula, en una perspectiva de relevancia, centralidad y de actualización. 

Si analizamos el currículum, seguramente encontremos temas que hoy no son centrales en las disciplinas de las que salieron. Hay temas que pierden su relevancia y otros que ganan. Y, por otro lado, la actualización, en el sentido de estar enseñando temas que son parte de la investigación y los debates contemporáneos, no los que se discutían hace cincuenta años y hoy no le interesan a nadie.

“Una de las grandes marcas de la pandemia es poder salir de lo individual y pensar la docencia como acción colectiva”

Para poder hacer esas interpretaciones, los docentes tienen que tener una excelente formación, no sólo pedagógica sino también disciplinar. Hoy estas actualizaciones, además de las que se impulsan a través de las políticas y las instituciones, suceden en las redes y en las comunidades. Tenemos que alentar el trabajo en red, en comunidad, aprovechando los entornos tecnológicos que tenemos, en diálogo con comunidades de expertos que permitan hacer esos procesos de actualización de modos que hasta acá no exploramos, mucho más cotidianos. Si vos te dedicás a la tecnología educativa, y estás en Twitter, y seguís a veinte especialistas consistentemente durante algunos meses, seguramente vas a tener una visión tan actualizada como si estuvieras haciendo una formación sistemática. Ahí tenemos que pegar un salto, que ayude a los docentes a hacer esas priorizaciones.

Y hay que reconocer toda la práctica de enseñanza “poderosa” que nuestros docentes hicieron este año y medio. Pero tenemos que tenerla documentada, sistematizada y hacerla pública. Ustedes tienen muchos docentes trabajando que pueden encontrarse en el ámbito de la comunidad de Don Bosco, pueden capitalizar eso. Donde hay una comunidad esto fluye mucho más rápido.

Qué interesante que pongas en relevancia el concepto de comunidad. Por mucha red social o tecnología, si no hay trabajo compartido, la situación se complica aún más…

Para mí, una de las grandes marcas de la pandemia es poder pensar que salimos de la órbita de lo individual y podemos pensar la docencia como acción colectiva. No sólo porque vamos a tener más apoyo solidario de nuestros colegas, más compañía… vamos a tener más oportunidades de eliminar el trabajo fragmentado entre materias, y empezar a trabajar en articulaciones, en proyectos, de una manera más mancomunada. Y de ahí va a salir una mejor enseñanza.

BOLETIN SALESIANO – JUNIO 2021


“Si no incluye lo virtual, no brindamos todas las oportunidades”

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Para Mariana Maggio, hace tiempo que la enseñanza debía repensarse, y combinar lo presencial y lo virtual para ser realmente inclusiva. Así lo expresa en su último libro, Educación en pandemia.

Por Santiago Valdemoros
redaccion@boletinsalesiano.com.ar

Durante 2020, en el momento de migración masiva de los edificios escolares a las aulas virtuales, sus aportes sirvieron de orientación a innumerables docentes que encontraron en sus textos y en sus historias de Instagram distintas claves para pensar qué hacer. No era algo nuevo: ya en 2012 y en 2018, había publicado dos libros dedicados a repensar la enseñanza y el uso de la tecnología. Directora de la Maestría en Tecnología Educativa de la Universidad de Buenos Aires, Mariana Maggio “pasó en limpio” mucho de lo trabajado en este contexto para la publicación el mes pasado de un nuevo libro, Educación en pandemia. Guía de supervivencia para docentes y familias (Paidós), sobre el que conversó con el Boletín Salesiano:

Antes de la pandemia, muchos veían la necesidad de un “cambio” en el sistema educativo, desde distintas perspectivas. ¿Algo de lo que estamos viviendo apunta a dejar ese “cambio” esperado?

Yo era una de las que planteaba que teníamos que “reinventar” nuestras clases, generar prácticas de enseñanza más contemporáneas, más relevantes para quienes participan de ellas y más inclusivas. La pandemia, con el cierre abrupto de los edificios escolares, generó una especie de “conmoción”. Y muchos de los que decían que la escuela no interesaba o estaba en crisis, son los que ahora la defienden fervientemente y se dan cuenta de su valor en nuestra vida, en nuestra organización, en nuestra familia.

Esa conmoción trae diferentes “fases”. Hay un primer momento donde la sorpresa nos lleva a ver cómo estamos conectados con los estudiantes. Ahí advertimos que hay muchas deudas de inclusión digital y se generan propuestas que “envían” materiales a los estudiantes, incluso impresos cuando no hay otro camino, pero no necesariamente una práctica de la enseñanza articulada. 

“Las propuestas que se agoten sólo en la presencialidad van a ser expulsivas, porque chicos y chicas tienen que poder trabajar en los dos planos, físico y virtual”.

Después vino una segunda etapa donde, cuando las condiciones de acceso tecnológico lo permiten, se puso énfasis en los encuentros sincrónicos, los webinars… todo tipo de expresiones “en vivo”, que nos llevan a pensar que puede ser la “emulación” del aula. La realidad es que eso no es viable. Genera muchísimo cansancio y las propuestas que en general hacemos son bastante “clásicas”, vuelven a poner en el centro al docente hablando, con bajísimas interacciones, con muy pocas propuestas de colaboración entre estudiantes.

De estos dos momentos es poco probable que emerja el cambio que deseamos. Ahora bien, empiezan a aparecer mejores “balances” en 2021, a pesar de que la gente está más cansada. Hay muchos más docentes que empiezan a trabajar en colaboración, a pensar sus materias articuladas en torno a un proyecto. Hay cambios que tienen que ver con los tiempos, pensándolos de una manera menos fragmentada y más flexible. 

De todas esas alteraciones pueden emerger algunas transformaciones bien interesantes. La pregunta es si vamos a tener la fuerza para sostenerlas cuando volvamos a la presencialidad plena. Sería tristísimo perder el trabajo realizado el año pasado. Necesitábamos un proceso de renovación pedagógica. La pandemia nos empuja a hacer una adopción más acelerada de las tecnologías y genera ciertas condiciones para que esa renovación pedagógica empiece a darse. Si el día que retornemos a los edificios escolares volvemos todo atrás, sería un retroceso que no queremos que ocurra.

Pero la presencialidad en sí misma genera ciertos comportamientos y estructuras que llevan a volver a esa “normalidad” que también extrañamos. ¿Cómo hacemos para no perder el camino ya recorrido?

Todos extrañamos la presencialidad, pero no sólo de las aulas. La de las fiestas, las salidas con amigos: evidentemente hay algo que es muy profundo en nuestra cultura, vinculado al encuentro, que nos falta. Pero volviendo a la escuela, se está poniendo la discusión en términos bastante binarios: presencialidad sí, presencialidad no. Y la realidad es que hace ya tiempo que tendríamos que estar pensando propuestas que funcionen al mismo tiempo en la presencialidad y en la virtualidad. No por la pandemia, sino porque así se construye conocimiento en este tiempo.

Aún cuando volvamos plenamente a los edificios, las propuestas cuyo alcance se agote sólo en la presencialidad van a ser incompletas desde el punto de vista de lo que es relevante en este momento de la historia. Y si son incompletas pueden ser expulsivas, porque los chicos y las chicas, cuando lleguen a los niveles superiores del sistema educativo, o cuando se integren en el mundo del trabajo, van a tener que poder trabajar en esos dos planos, físico y virtual. Si no damos esa formación, no estamos brindando las oportunidades que tenemos la obligación de generar cuando educamos.


Mariana Maggio es doctora en Educación y directora de la Maestría en Tecnología Educativa de la Universidad de Buenos Aires. En abril salió su último libro, Educación en pandemia (Paidós).
Periódicamente publica contenido para educadores en sus redes sociales:
Instagram: @marianabmaggio
Twitter: @marianamaggio


Mencionaste la importancia en este tiempo de “priorizar” contenidos. ¿Con qué criterio priorizamos frente a tantas demandas?

Tenemos que confiar en nuestros docentes. El currículum tiene que ser reinterpretado en cada institución y en cada aula, en una perspectiva de relevancia, centralidad y de actualización. 

Si analizamos el currículum, seguramente encontremos temas que hoy no son centrales en las disciplinas de las que salieron. Hay temas que pierden su relevancia y otros que ganan. Y, por otro lado, la actualización, en el sentido de estar enseñando temas que son parte de la investigación y los debates contemporáneos, no los que se discutían hace cincuenta años y hoy no le interesan a nadie.

“Una de las grandes marcas de la pandemia es poder salir de lo individual y pensar la docencia como acción colectiva”

Para poder hacer esas interpretaciones, los docentes tienen que tener una excelente formación, no sólo pedagógica sino también disciplinar. Hoy estas actualizaciones, además de las que se impulsan a través de las políticas y las instituciones, suceden en las redes y en las comunidades. Tenemos que alentar el trabajo en red, en comunidad, aprovechando los entornos tecnológicos que tenemos, en diálogo con comunidades de expertos que permitan hacer esos procesos de actualización de modos que hasta acá no exploramos, mucho más cotidianos. Si vos te dedicás a la tecnología educativa, y estás en Twitter, y seguís a veinte especialistas consistentemente durante algunos meses, seguramente vas a tener una visión tan actualizada como si estuvieras haciendo una formación sistemática. Ahí tenemos que pegar un salto, que ayude a los docentes a hacer esas priorizaciones.

Y hay que reconocer toda la práctica de enseñanza “poderosa” que nuestros docentes hicieron este año y medio. Pero tenemos que tenerla documentada, sistematizada y hacerla pública. Ustedes tienen muchos docentes trabajando que pueden encontrarse en el ámbito de la comunidad de Don Bosco, pueden capitalizar eso. Donde hay una comunidad esto fluye mucho más rápido.

Qué interesante que pongas en relevancia el concepto de comunidad. Por mucha red social o tecnología, si no hay trabajo compartido, la situación se complica aún más…

Para mí, una de las grandes marcas de la pandemia es poder pensar que salimos de la órbita de lo individual y podemos pensar la docencia como acción colectiva. No sólo porque vamos a tener más apoyo solidario de nuestros colegas, más compañía… vamos a tener más oportunidades de eliminar el trabajo fragmentado entre materias, y empezar a trabajar en articulaciones, en proyectos, de una manera más mancomunada. Y de ahí va a salir una mejor enseñanza.

BOLETIN SALESIANO – JUNIO 2021


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