El trabajo de los primeros misioneros salesianos en la Patagonia, aporte fundamental para recuperar las lenguas de los pueblos originarios.
Por Ezequiel Herrero y Santiago Valdemoros
redaccion@boletinsalesiano.com.ar
Son muchos los estudios que abordan el trabajo de los primeros misioneros salesianos entre los pueblos originarios de la Patagonia, pero hasta ahora ninguno daba cuenta de su aporte en las tareas de recopilación y sistematización de las lenguas nativas.
Salesianos lingüistas en la Patagonia y Tierra del Fuego, nuevo libro de Ediciones Don Bosco Argentina, busca indagar sobre este aspecto. Sus compiladoras, María Andrea Nicoletti y Marisa Malvestitti, se propusieron “conocer la tarea de recopilación y análisis lingüístico realizada por los misioneros salesianos, que constituyó una actividad importante y sostenida en el tiempo”, y de este modo, proporcionar un enfoque actualizado de sus aproximaciones a algunas lenguas propias de los pueblos originarios.
Con Malvestitti —doctora en Lingüística, licenciada y profesora en Letras— conversó el Boletín sobre este nuevo trabajo, disponible en la tienda online de Ediciones Don Bosco Argentina.
Cuando llegaron los salesianos, ¿cuántas lenguas se hablaban en los actuales territorios de la Patagonia y la Tierra del Fuego? ¿Qué características tenían?
Al momento de la llegada de los misioneros a la región patagónica se hablaban allí ocho lenguas originarias. Los salesianos estuvieron en contacto principalmente con hablantes de seis: mapuzungun, günün a yajüch, tehuelche o aonekko ‘a’ien, selk’nam, haush, kawésqar. Asimismo, registraron léxico y cantos en teushen, que estaba en proceso de desplazamiento y actualmente no cuenta con hablantes. Y seguramente interactuaron con personas del pueblo yagan, cuya lengua contaba entonces con registros realizados por misioneros anglicanos.
Todas estas lenguas son de tipo aglutinante, es decir, reúnen varios significados en una sola palabra: por ejemplo, en selk’nam, “chen-taw”, “mano fría”; “jamni-káchén”, “descalzar, zapato-sacarse”; “hewchen-jauk”, “se acaba la leña”. Por otro lado, en varios casos en su fonética presentan sonidos que no se encuentran en el español o el italiano. Todo ello constituyó un desafío para el aprendizaje y para el registro de datos lingüísticos que desarrollaron.
¿En qué consiste el trabajo de registro de las lenguas realizado por los salesianos? ¿Qué los motivó?
En el libro damos cuenta de la labor de ocho salesianos: José María Beauvoir, Maggiorino Borgatello, Fortunato Griffa, Antonio Tonelli y Juan Zenone en el sur; Domingo Milanesio en el área norpatagónica; y luego Manuel González y Manuel Molina ya avanzado el siglo XX en el área de Chubut y Santa Cruz.
También hallamos los registros de una de las Hijas de María Auxiliadora, de origen chileno, llamada Rosa Gutiérrez. Otros integrantes de la congregación empleaban expresiones en las lenguas para comunicarse, pero no dejaron registros escritos o grabados; como el coadjutor Juan Sikora, de quien se dice que preparó un catecismo y traducciones de oraciones católicas en kawésqar, que hasta el momento no han sido hallados.
En todos los casos, notamos que su trabajo lingüístico fue sistemático, es decir, no se trató de meras anotaciones al azar, sino que se realizaban de manera continua y con formatos estándar en la época. En un primer período el principal objetivo era aprender expresiones en las lenguas para comunicarse. Pero gradualmente, los salesianos observan que sus registros tienen valor para la ciencia lingüística debido a que en muchos casos se trataba de idiomas poco documentados.
Por ello, hacia 1910 y en adelante, sus acciones ya no tienden tanto a expandir saberes para la comunicación, sino que se orientan a preparar y publicar artículos y libros en los que dan cuenta de vocabularios, gramáticas, topónimos, y también abordan aspectos culturales y relaciones entre las lenguas. En varios casos, algunas secciones de estos trabajos fueron también publicados en el Boletín Salesiano.
¿Cómo aprendieron los misioneros la lengua de los pueblos originarios?
Los misioneros iban aprendiendo las lenguas de manera intuitiva, por medio de la anotación y repetición de palabras y frases breves. Probablemente repasaban sus apuntes manuscritos, en su mayoría realizados en cuadernos de tipo escolar. En algunos casos es posible que hayan logrado un cierto nivel de conocimiento práctico debido a la permanencia de muchos años en la región.
De todos modos, salvo excepciones, no se convirtieron en hablantes fluidos que empleaban las lenguas en todas las ocasiones, sino que más bien recurrían a expresiones fijas que se podían replicar una y otra vez, por ejemplo al llegar a una casa, invitar a comer, a rezar o a recibir el bautismo.
En estos contextos, las y los traductores o mediadores fueron cruciales en los primeros años de contacto con los pueblos originarios. Muchas veces se les reconoce en las obras, por lo que podemos saber quiénes fueron. Uno de los más conocidos es Kalapacte, que luego de haber sido llevado a Europa para ser exhibido, escapa, y en su regreso conoce a Beauvoir y colabora con él como mediador y maestro de lengua selk’nam por muchos años.
Algo a tener en cuenta es que la llegada de la congregación a la región es temporalmente paralela a la instalación de las instituciones de los estados nacionales y de estancias, actividades de minería y de comercio en los territorios de los pueblos indígenas, y el español comenzó a extenderse rápidamente. A ello también colaboró que en las misiones se escolarizaba a niños y niñas en esta lengua.
¿Qué se pierde cuando una lengua desaparece?
Mantener la diversidad lingüística es importante porque hay una estrecha relación entre la ecología de las lenguas y los territorios, y porque las prácticas comunicativas se imbrican con la memoria social. Reflexionar sobre qué ocurrió para que una lengua cese de hablarse en espacios públicos o deje de transmitirse en las familias nos lleva a cuestionar situaciones de injusticia en las que pueblos enteros han sido despojados de sus tierras y sus miembros fueron estigmatizados y obligados a aculturarse a la norma occidental.
Fue en ese proceso que las lenguas de la Patagonia y Tierra del Fuego se silenciaron, y muchos creyeron que se habían extinguido. Sin embargo, en la actualidad muchas de ellas se están revitalizando: se recuperan en ámbitos comunitarios, en la educación intercultural, comienzan a enseñarse en las universidades, se emplean en las redes sociales; en síntesis, amplían sus comunidades hablantes.
Ello también permite reponer saberes acerca de los bienes comunes del territorio, los nombres originales de los sitios, los árboles, las constelaciones. No se trata de una cuestión folklórica, sino de mirar de otro modo, más rico y profundo, el territorio que habitamos.
Salesianos lingüistas en la Patagonia y Tierra del Fuego
Marisa Malvestitti y María Andrea Nicoletti (compiladoras)
Verónica Domínguez, Ana María Fernández, Ana Fernández Garay, Rodrigo González Vivar y María Emilia Orden
Disponible en la tienda online de Ediciones Don Bosco Argentina.
BOLETÍN SALESIANO DE ARGENTINA – AGOSTO 2022