Llegar a buen puerto

0
2384

140 años de las Hijas de María Auxiliadora en la Patagonia argentina

20 de enero de 1880: la primera comunidad de Hijas de María Auxiliadora llega a Carmen de Patagones a bordo del vapor Santa Rosa.

Por Marta Riccioli, hma
agapepastorma@gmail.com

Año 1880: el 20 de enero, en el vapor Santa Rosa, llegan los primeros salesianos y las primeras Hijas de María Auxiliadora al muelle de Carmen de Patagones, en el extremo sur de la provincia de Buenos Aires. Son José Fagnano, Emilio Rizzo, Luis Chiara y Luis Luciani; junto con ellos, Ángela Vallese, Juana Borgna, Ángela Cassulo y Catalina Fina. 

Llegan juntos, como primera presencia salesiana en la Patagonia argentina, a esta tierra soñada por Don Bosco y a la que deseó ardientemente venir María Mazzarello. 

Así Dios comienza a escribir una historia nueva para este pequeño poblado; una historia que le regaló a esas cuatro pioneras “alas a sus corazones” y las lanzó a cruzar el mar para pisar una nueva tierra y abrazar un futuro incierto, pero poblado de niñas pobrísimas.

Parte de los orígenes

Entusiasma recordar que en la comunidad de Mornés, en Italia, todas las hermanas —animadas por la Madre Mazzarello— estaban dispuestas a lanzarse más allá de los confines de su pueblo y de su patria. Ella siempre les insistía: “Sigamos adelante con un corazón grande y generoso… no hay que ser tacañas con Jesús, que es el dueño de todo”

En Patagones, las hermanas escucharon el grito de la pobreza y la marginación que surgía de la situación de la mujer y de la niñez. En la foto, una clase de costura en 1922.

Así, ciertas y confiadas en sus palabras y siendo aún muy jóvenes, se arriesgaron y se jugaron por hacer realidad ese sueño misionero, que generó la expansión del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora. Junto con Mornés y las primeras fundaciones de Uruguay y Buenos Aires, la comunidad de Patagones pasó a ser “parte de los orígenes genuinos” del Instituto: ¡la primera “Mornés” patagónica!

Al llegar a Carmen de Patagones, las hermanas encontraron muchachas sedientas de promoción y cultura, de amor y de significados que dar a su existencia. En sus rostros vieron el mismo rostro de Jesús: escucharon el grito de la pobreza y la marginación que surgía de la situación de la mujer y de la niñez, uno de los sectores más débiles de la estructura social de entonces.

Los sueños que sus corazones acariciaban se volvieron abrazo y cuidado para la gente del pueblo. En las cercanías del río Negro y en la amplitud de esos vastos horizontes iniciaron su misión. Eran las primeras, ¡pero cuántas más vendrían con sus mismos sueños!

Y fue allí, en esa soledad inhóspita de la Patagonia, donde no dejó nunca de resonar la calidez y el empuje de la querida Madre Mazzarello:

“¡Qué lejos me parece tenerlas, pobres hijas, pero ánimo, que estamos muy cerca con el corazón! Sí, les aseguro que las tengo siempre presente y que son las primeras en mis oraciones. Veo que están muy contentas de estar ahí. Sepan corresponder a la gracia inmensa que el Señor les ha hecho; procuren mediante el buen ejemplo y la actividad atraer muchas almas al Señor”. (Carta 37, 4 de mayo de 1880).

“Queridísimas hermanas de la Patagonia: he recibido con alegría sus noticias… Quisiera decir algo en particular a cada hermana, pero, a falta de espacio suficiente, les diré a todas que las recuerdo siempre y rezo por ustedes, de manera especial cada día al Buen Jesús. Les recomiendo mucho la humildad y la caridad: si las practican el Señor las bendecirá a ustedes y a sus obras, de modo que podrán hacer un gran bien”. (Carta 68, 10 de abril de 1881).

La comunidad educativa actual acompaña importantes experiencias de servicio solidario y misión juvenil.

Con la misma pasión

Las cuatro fundadoras de Carmen de Patagones fueron las pioneras que marcaron un camino a seguir. Muchas otras hermanas y laicos bebieron de esa primera fuente y se hicieron responsables de renovar e inculturar el legado carismático en las circunstancias de su propio tiempo.

Se hace necesario atesorar este don tan grande no con nostalgias estériles, sino con esa misma pasión por el Reino y la fuerza carismática de las primeras misioneras. Si bien hoy los desafíos de la niñez y juventud son diferentes, la invitación de Jesús y su propuesta del Evangelio sigue siendo actual, y una respuesta a la sed de sentido y felicidad de tantos chicos y chicas.

La espiritualidad del sistema preventivo vivida y testimoniada como comunidad es la manera de responder con fidelidad a este carisma heredado. 

Las tres hermanas de la comunidad expanden el amor misionero en los barrios periféricos, en los oratorios, en la Unión de Exalumnas y en los servicios parroquiales. La comunidad educativa, animada por un director general y un equipo de laicos, gestiona y acompaña una escuela primaria con doble división y un bachillerato con modalidad en Ciencias Sociales y Naturales, con significativas experiencias de servicio solidario y misión juvenil.


La Auxiliadora que esperaba a sus hijas e hijos misioneros antes que llegaran a Carmen de Patagones sigue siendo hoy esa misma Presencia atenta y cercana que acompaña a esta querida comunidad. Ella, la Madre que “lo ha hecho todo” en estos 140 años, vuelve a decirnos con insistencia, como en las Bodas de Caná: “Hagan todo lo que Él les diga”. Con Jesús y con Ella, es posible la fiesta y la celebración: ¡por otros 140 años más!

BOLETÍN SALESIANO – AGOSTO 2020

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí