Hogar
Desde el montón que hoy vengo a decir:
la vida gris ya no es mi vivir
Desde el adiós yo me hice un lugar
Desde el dolor, yo vengo a sanar
Para crecer nunca tuve hogar
Sin poder ser no aprendí a mirar
Oscuridad, fiebre y cerrazón
Tanta orfandad, y desilusión
Iba a volver, pero no volvió
Vuelve a doler lo que ayer dolió
No quiero más esta soledad
Cara-disfraz, desde corta edad
La vida amar, como viene amar.
Desde el montón… es mi hogar.
Para crecer… es mi hogar.
Familia que… es mi hogar.
La vida amar… es mi hogar
(fragmento)
Artista: Juan Cousido
Álbum: El encuentro (2024)
Por Mariana Montaña//
marianammm@gmail.com
El último álbum de Juan Cousido, ‘El Encuentro’, nos va marcando distintas paradas de un itinerario por el universo salesiano. Podríamos armar un recorrido por cada uno de nuestros patios, usando estos temas que describen su identidad como si fueran marco musical de las propuestas juveniles. En especial, “Hogar”, provoca trazos de colores de un cuadro: jóvenes visitando a otros, con necesidades diferentes, con historias de vidas quebradas, en camino de reparación.
Cada vez más profesionales nos cuentan que la mirada atenta que tuvimos en la primera infancia, es la que nos constituye y deja nacer las emociones. Es donde nos hacemos fuertes, donde encontramos las herramientas para caminar a lo largo de la vida, allí donde “…desde el dolor, yo vengo a sanar”. Sin esa primera mirada de amor, cuán difícil es encontrar otras que nos valoren. Es un camino más duro, pero en Hogar se da sin reservas, porque “…la vida gris ya no es mi vivir”. Porque un amigo que llega y me ayuda a ver mi casa como un hogar, es un gesto de compasión que no se olvida, seguramente es el primer paso que necesitaba dar acompañado.
¿Tengo mirada compasiva ante la realidad de los otros? ¿Me pregunto cuál es la historia que hay detrás de esa actitud que no me cierra?
Fácilmente podemos diferenciar dos conceptos que usamos como sinónimos: nuestra casa como aquella a la que nos dirigimos cada día, y nuestro hogar. Al hogar lo constituyen otras propiedades: un buen guiso para el almuerzo del día de invierno, una ventana que deja entrar el sol cálido del otoño, el perfume del espacio limpio, la calidez de quienes nos acompañan. Este tema nos recuerda que no todos pueden vivirlo de ese modo, las necesidades son muchas y por más solidarios que seamos, lo precario está también instalado. “Tierra en la que yo pinto mi ilusión…” como campo ya gastado, siempre hay nuevas estaciones que me permitan volver a sembrar.
¿Puedo valorar esas características que constituyen mi propio hogar? ¿En dónde lo veo?
Para que la vida pueda volver a ser vivida, necesitamos la presencia de otros, sólo en comunidad puedo volver a la esperanza. Aunque esto lleva tiempo, nos recuerda la pasión de Don Bosco recorriendo lugares que luego serían el oratorio para los pibes que estaban en su hogar. Les insistía a muchas personas con propiedades, hasta que confiaron en él, hasta que se multiplicó en muchos países.
“…y cuando estés quemado del dolor, ahí estaré, devolviendo el amor”. ¿Soy esa presencia cercana para otros? ¿Mi comunidad, mi grupo, mi escuela son hogar para otros?
BOLETÍN SALESIANO DE ARGENTINA – SEPTIEMBRE 2024