Una comunidad que envía, otra que recibe y jóvenes que son protagonistas.
Por Ezequiel Herrero
redaccion@boletinsalesiano.com.ar
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Una comunidad que invita a hacer algo más
Francisco Chimento es salesiano sacerdote, director en la comunidad de Zapala, Neuquén. Allí cosas para hacer no faltan: hay escuela, centro de formación profesional, grupos juveniles, parroquia, residencia estudiantil, misión en la zona rural…
Sin embargo, al igual que muchos adultos que acompañan jóvenes, está convencido de la riqueza de invitar a esos mismos jóvenes al voluntariado juvenil, misionero y salesiano en otros lugares: “Las propuestas de las obras salesianas llevan a salir de uno mismo, de la ‘zona de confort’. Y el voluntariado es eso, dar un año de la vida en una comunidad salesiana, sumándose a lo que hay y enriqueciéndolo. Al mismo tiempo, la comunidad que envía un voluntario gana muchísimo”.
Francisco explica que no hay un momento “ideal” para hacer el voluntariado: “¿Cuándo es el momento? Cuando empezás a sentir que ‘me faltaría algo más’ para avanzar con mis proyectos, o para definir mi vocación. La situación se vuelve ideal cuando uno toma la decisión”.
Para animar a dar este paso es fundamental que sea una comunidad quien envíe al voluntario: “Todo misionero necesita que alguien lo envíe. Jesús es misionero del Padre, lo envió el Padre. La comunidad que envía se involucra en el proyecto, lo prepara, lo acompaña, lo va a sostener durante la experiencia y lo va a recibir a su vuelta”.
Servir
Un joven que dona un año de servicio
Juan Balmaceda es oriundo de la ciudad de Corrientes, donde conoció a Don Bosco y participó en diversos grupos juveniles. Estudió Abogacía y trabajó durante algunos años en un estudio jurídico.
Sin embargo, en el 2019 se animó a dar un paso más y realizó la experiencia de voluntariado en la comunidad salesiana Jesús Buen Pastor, en el partido bonaerense de La Matanza. “Quería que esos sábados de estar en el patio, de jugar y de encuentro con los pibes se vuelvan algo de todos los días, porque me sentía feliz y pleno. Con el tiempo me fui dando cuenta que no era algo, sino que era Alguien que me invitaba a eso, el mismo Jesús amigo.”
La decisión de dedicar un año de su vida a los demás no le resultó sencilla: “Tenía algunas preocupaciones. En primer lugar, el irme de casa. Iba a ser la primera experiencia lejos de mi familia y de mis amigos. Por otro lado, con qué me iba a encontrar, porque recién conocí el lugar a donde iba cuando empecé la experiencia”. Pero también había algunas certezas: “Me sentía acompañado por mi familia y por mis amigos, y en ellos sentía la compañía de Jesús. Y también sabía que en una casa salesiana uno se siente siempre como en casa, y eso es un regalo. Te reciben como si te conocieran de toda la vida.”
Hoy, casi tres años después, reconoce que la experiencia lo ayudó a crecer: “En primer lugar a salir de mí, a redescubrirme como persona, a seguir profundizando el encuentro con un Dios que se hace cercano y se encarna en la gente. Conocí a personas que me ayudaron a ver la vida con ojos de esperanza, a ser más sensible a la realidad de la gente y a crecer en la escucha para acompañar a otros”.
Recibir
Una casa salesiana que da la bienvenida
Entre el 2018 y el 2021, la comunidad salesiana del oeste pampeano, al igual que otras, recibió a distintos voluntarios y voluntarias. “Compartir con ellos trajo nuevos sabores y colores a nuestra comunidad religiosa y a las comunidades que acompañamos —sintetiza el salesiano Raúl Rodríguez, parte de esa obra salesiana—. Fueron un regalo su frescura, su sintonía con el mundo juvenil, sus ganas de ser ellos mismos junto a su deseo de fraternidad, de compartir, de construir otro mundo más humano…”.
Son muchos y valiosos los aportes que puede hacer un voluntario que se suma a una comunidad. Raúl destaca los que hacen a la vida de familia: “no porque no se dé sin ellos, sino porque su aporte generacional cuestionó y enriqueció nuestro modo de pensar y de hacer. Nos trajeron la realidad juvenil a borbotones, en sus propias vidas y en las de tantos otros pibes y pibas de su edad”.
Al momento de sintetizar la experiencia, no sólo son importantes los proyectos, actividades y propuestas que se fueron gestando gracias al aporte de los voluntarios, sino también el compartir fraterno en la comunidad. Raúl lo expresa así: “Celebramos sus logros; acompañamos sus dolores y preocupaciones, nos conmovimos por sus sueños, nos desafiamos a una vincularidad sana, nos peleamos, nos desencontramos… y ellos también se alegraron y sufrieron junto con nuestras alegrías y pesares. Esta experiencia fraterna dejó su huella entrañable en nuestras vidas y en el proyecto de la misión salesiana en el oeste pampeano”.
¿Te sumás?
La propuesta de voluntariado en Argentina Sur comenzó en 2016. Unos cuarenta jóvenes mayores de entre 21 y 35 años han dedicado un año de servicio en una comunidad salesiana. Si estás interesado, podés escribir a: pastoralars@donbosco.org.ar. En Argentina Norte la propuesta está pensada para jóvenes entre 18 y 30 años. Se están realizando experiencias durante el verano y próximamente comenzaran a realizarse otras más extensas, de un año de duración. Para conocer más podés escribir a: voluntariadoymisionarn@donbosco.org.ar. Las Hijas de María Auxiliadora en Argentina han ofrecido diversas experiencias de voluntariado, tanto a nivel nacional como internacional. A partir de 2023 se da inicio a una propuesta única para los jóvenes de la nueva inspectoría “Laura Vicuña”. Para conocer más sobre esta experiencia de fe y servicio: comunicacionaba@hmaabb.org
BOLETIN SALESIANO DE ARGENTINA – AGOSTO 2022