Hoy perdí tiempo conmigo

Compartir

El privilegio de poder hacer una pausa.

Por Braian Fernandez* // 

bfernandez@donbosco.org.ar

Hoy decidí quedarme en casa. Me sentía cansado después del trajín de toda la semana. Dicen que ser salesiano es estar en todos lados, entre encuentros, actividades, reuniones, patios, charlas y el intento por resolver algún imprevisto que siempre aparece. Como si eso también fuera parte del legado de Don Bosco, quien siempre estaba buscando nuevas iniciativas y algún problema por resolver. Pero creo que, hoy en día, ser salesiano también implica permitirse escuchar y sentir.

Así que hoy me quedé en casa.

Me preparé un rico mate, limpié mi habitación, encendí un sahumerio que me gusta mucho, y puse mi música favorita, esa que me hace reflexionar y detener el tiempo por un rato. Son momentos únicos que me desconectan del movimiento semanal y me recargan de ánimo y fuerzas.

En ese momento, comencé a reflexionar sobre el camino recorrido. No sé por qué llegué a ese punto; tal vez fue en una de mis idas –esos momentos en los que me desconecto y me pierdo mirando un punto fijo–. Pensé que debía estar estudiando o trabajando en el parque, pero no, quería pasar tiempo conmigo y hacer una pausa en mis obligaciones.

Algo dentro de mí necesita este espacio. No porque estuviera mal, al contrario, lo necesito porque pasé toda la semana corriendo sin detenerme a pensar en lo que había hecho, y siento cómo mi ánimo y fuerzas empiezan a flaquear.

En una época donde perder el tiempo está mal visto, hacer una pausa es de valientes.

Sé que es un privilegio poder hacer esto. Pienso en mis padres, que en este momento están trabajando, y en mis amigos que se esfuerzan tanto para llevar adelante su trabajo y sus vidas cotidianas. A veces, no voy a negarlo, siento culpa. Seguramente ellos tendrán otros privilegios que tal vez yo no, debido a la opción de vida que elegí y la que eligieron ellos.

Me senté, miré hacia el parque y me perdí en mis pensamientos mientras sonaba «Siempre es Hoy». Tomé la computadora y escribí lo que sentía.

Escribí sobre el regalo que me estaba dando, porque sé, y soy consciente, de que es un privilegio hacer una pausa. Porque muchos, si hicieran una pausa, perderían su trabajo; porque para otros, hacer una pausa significa no poder llevar comida a la mesa; porque para algunos, detenerse los haría pensar en cómo llegar a fin de mes. Por eso agradezco este privilegio y lo honro de esta manera: dándome el tiempo de estar conmigo mismo, para poder estar mejor con los demás.

Este es mi privilegio, tal vez otros tengan los suyos.

Pienso que, hace unos años, jamás se me habría ocurrido pasar tiempo conmigo mismo. Era mejor correr y llenarme de tareas y apostolados. No quería enfrentarme, no creía tener nada que decirme. Hoy tengo mucho que escuchar, mucho que serenarme y mucho que seguir sanando.

En una época donde perder el tiempo está mal visto, hacer una pausa es de valientes. Porque es en ese momento donde tu vida se reproduce delante tus ojos, y te invita a pensar ¿Cómo me estás viviendo? ¿Qué es lo que necesitas realmente?

¿Y vos? ¿Te lo vas a permitir?

* Braian es posnovicio salesiano y se encuentra actualmente estudiando y viviendo en la ciudad de Córdoba

BOLETÍN SALESIANO DE ARGENTINA – OCTUBRE 2024

Noticias Relacionadas

El misterio más grande

Acompañamiento espiritual. Encontrarse con Dios, acompañando la vida de los jóvenes.

¿La gran olvidada?

Espiritualidad. No hay fe cristiana sin cruces.

«Me enojé con Dios»

Espiritualidad. Enojarse don Dios: una manera de rezar.

“Perder” el tiempo

Espiritualidad. La importancia de frenar en una sociedad que vive apurada.