René, de Residente
Por Matías Piccoli
matias.h.piccoli@gmail.com
René
(…) Desde pequeño quería ser beisbolista, no llegué
así que aprendí a batear hits por encima de una pista
Volví a tomar alcohol en mi despacho
escribo bien sobrio, pero escribo mejor borracho
Cuando caigo en depresión
mis problemas se los cuento a la ventana del avión
el estrés me tiene enfermo
hace diez años que no duermo
El IRS me sigue investigando, me estoy divorciando
pero no importa, yo sigo rimando
comento errores, pero hago lo que pueda
aprendí a aterrizar sin ruedas
Y aunque en la calle me reconocen
ya ni mis amigos me conocen
estoy triste y me río
el concierto está lleno, pero yo estoy vacío
En la industria de la música, todo es mentira
mi hijo tiene que comer, así que sigo de gira
solo me queda lo que tengo.
No sé pa’ dónde voy, pero sé de dónde vengo…
(Fragmento)
Artista: Residente (2020)
Si algo nos permite la cuarentena es encontrarnos más. Lo sé: el encuentro con amistades y familia se vio reducido y no hay Zoom que lo emparche. Encontrarnos más, digo, con nosotros mismos. Y al hacerlo recuperar preguntas que creíamos respondidas —o nunca nos hicimos—, interpelarnos y, de una vez por todas, parar la pelota. Confesarnos quiénes somos y a dónde queremos ir. Quedarnos en casa nos da tiempo para, paradójicamente, “salir” a nuestro interior.
Comparto la canción René, más que por su letra literal, por su propuesta. La conocí en un momento en que me quebró el trajín cotidiano y me ayudó a procesar, sanar y salir vivo de mi conciencia. Cuando la escucho siempre oigo algo en mi interior. Destripo la canción. Y me destripo a mí mismo.
A cualquier edad esta propuesta es atinada: más largo o corto, tenemos un camino trazado y otro aún por delinear. Escribo esto a mis 27 y me interrogo: ¿Quién soy? ¿Quiero ser lo que soy? ¿Por qué soy lo que soy? Cierro los ojos, dejo pasar la melodía a través de mí y, reemplazando a René por Matías y sus/mis circunstancias, intento responder.
Me reencuentro con cosas que fueron configurando lo que soy en este momento: el alfajor en la mochila, la herencia de ropa usada por un familiar mayor, la presión de los viejos, su apoyo y presencia compañera, las peleas efímeras y risas eternas con mis hermanos, los laburos, los amores vividos y perdidos, las causas abrazadas, las traiciones, los que siempre están. Incluso marcas físicas como un yeso que ya no está y una mandíbula luxada que se quedó.
Todo eso y más fui yo. Todo eso y más, por ende, soy yo. ¿Y ahora? Me animo a otra montaña rusa, tal vez más aterradora. Suelto lo que no me está dejando avanzar, abrazo lo que me salva, sueño lo que deseo para mi porvenir. Tomo las riendas de mi vida y me hago cargo.
Cada vez que pongo play la canción me trae nuevas resonancias. Marcas, huellas, horizontes. Te propongo más abajo darte el tiempo de escribir tu canción, preguntarte “¿quién soy?”. Tal vez te salga lagrimear; quizás reír. O un cúmulo desordenado de sensaciones que van alternándose durante el día. En definitiva la vida es eso, ¿no? ¡Qué aburrida sería si no!
Los versos de tu vida
A partir de fragmentos de “René”, de Residente, te propongo recorrer tu historia.
1.
La canción se llama “René” y el artista “Residente”. Muchas veces al buscarla me equivoco y pongo René como artista y Residente como canción. Y, en definitiva, ¿cuál es cuál? ¿Te pasa alguna vez que tu “personaje” —likes en las redes sociales, reconocimiento social o laboral, adaptación a la moda— le saca lugar a quien querés ser?
2.
Cometo errores pero hago lo que pueda, aprendí a aterrizar sin ruedas…
¿Aprendiste de errores? ¿Aún lo hacés? Pensá en ejemplos concretos. Cometer errores y aprender es una de las mayores virtudes. Y aceptar que se seguirán cometiendo, también.
3.
Y aunque en la calle me reconocen,
ya ni mis amigos me conocen.
Estoy triste y me río,
el concierto está lleno pero yo estoy vacío.
Retomando el primer tip: ¿Sentís que cosas que “van bien” no te llenan? ¿Que el éxito que ve el exterior no genera un éxito en tu interior? A veces soltar algo y ajustar el rumbo puede ser menos glamoroso pero termina siendo más sano.
4.
Ya no queda casi nadie aquí,
a veces ya no quiero estar aquí.
Me siento solo aquí, en el medio de la fiesta.
¿Te sentís incomprendido en alguna situación? ¿Probaste compartiendo eso que sentís, exteriorizándolo? A veces hay tanto ruido que los demás no saben lo que nosotros sentimos y, pensando que es culpa de su distracción, tal vez fallamos nosotros en la comunicación.
5.
Solo me queda lo que tengo,
no sé pa dónde voy pero sé de dónde vengo.
¿Sabés de dónde venís? ¿Quién sos? Pensá en las instancias clave de tu vida y en las personas que estuvieron y están en ellas. Y, aunque no sepas qué puede venir, nunca está de más proyectar un poco.
BOLETIN SALESIANO – OCTUBRE 2020