Calor de hogar

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En una de las ciudades más australes de la Patagonia el carisma de Don Bosco está más vivo que nunca.

Niños, jóvenes y adultos se encuentran y salen al encuentro de otros a través de la fe, el deporte, la educación, y siempre, en un cálido clima de familia.

Por Valentina Costantino y Juan José Chiappetti
redaccion@boletinsalesiano.com.ar

Ráfagas de fuertes vientos y temperaturas bajo cero durante gran parte del año suelen escarchar las veredas de Río Gallegos, una de las ciudades más australes de Argentina. “El desafío es enfrentar el clima«, es la respuesta corta y directa que dan los hombres y mujeres de Río Gallegos cuando se les pregunta sobre las dificultades que deben afrontar todos los días.

La ciudad cuenta con algo más de trescientos mil habitantes y sin embargo no es extraño caminar por sus calles y no cruzarse a ninguno de ellos. Claro, con un clima que a veces resulta muy hostil la respuesta que surge de manera casi espontánea es quedarse en casa.

Sin embargo, cuando uno ingresa en el Domingo Savio, en Nuestra Señora de Luján o incluso en “La Chacra” las sensaciones son otras. Estos espacios conforman la Obra de Don Bosco en Río Gallegos. Allí, cientos de niños, jóvenes y adultos se encuentran y salen al encuentro de otros a través de la fe, el deporte, la educación, y siempre, en un cálido clima de familia.

“Acá le tienen cariño a los alumnos”

Mantener la llama encendida requiere de un gran equipo de educadores, directivos y colaboradores de todos los niveles educativos –inicial, primario, secundario, terciario y talleres de formación profesional–. En el desafío de acompañar los primeros destellos de grandes sueños, ellos entienden que la actividad académica está completamente entrelazada con la vida personal de cada uno de los estudiantes. “Buscamos que todos los chicos puedan ser escuchados y entendidos”, comenta Marcela, quien lleva veinte años enseñando biología en el colegio Nuestra Señora de Luján.

“Buscamos que todos los chicos puedan ser escuchados y entendidos”, comenta Marcela, profesora de biología.

Y esta manera de vincularse no pasa desapercibida por los alumnos. Gonzalo dejó la escuela durante tres años para trabajar y ayudar a su familia. Hoy, cursa su último año en el Domingo Savio, otra de las Casas de Don Bosco en Río Gallegos, donde encontró lo mismo que Marcela trata de ofrecerle a sus estudiantes. “Acá le tienen cariño a los alumnos, se preocupan y los tratan con respeto”, expresa con el mismo entusiasmo que asiste a los talleres de Herrería y Electricidad.

El Domingo Savio se fundó como una escuela laboral en uno de los barrios más alejados del centro de la ciudad y estaba destinado a las personas más vulnerables. Si bien hoy la propuesta se expandió a otros barrios, muchos jóvenes tienen realidades complejas, y este espacio, se presenta como una oportunidad de terminar la escuela primaria o secundaria, mientras paralelamente transitan una formación profesional en Herrería, Carpintería, Electricidad, Cocina, Panadería o Corte y Confección.

Cada taller cuenta con su propio microemprendimiento, y el dinero recaudado se utiliza para comprar
insumos o herramientas que permitan seguir creciendo.

Tratamos de hacer una escuela distinta, de ofrecer posibilidades de futuro para que puedan crecer en lo profesional, y principalmente, en lo humano”, explica Jorge, jefe general de Enseñanza Práctica. Y eso parece confirmarse en cada ex alumno que visita la escuela para agradecer la ayuda recibida. Gonzalo, en unos años tal vez sea uno de ellos: Sueño con tener mi taller propio, habilitado como tiene que ser, y con todas las máquinas y herramientas necesarias”.

Deporte y vida en la naturaleza

Y para entrar en calor, la actividad física no puede faltar. La obra de Don Bosco en Río Gallegos se caracteriza por su variada propuesta lúdica y deportiva: fútbol, vóley, handball, básquet, interbandos, torneos nacionales e internacionales.

Claro que la competencia queda en segundo plano, porque el objetivo principal de estos encuentros es desarrollar normas de convivencia y promover la participación. “Es una forma de fomentar hábitos y generar
interacción entre todos los chicos y chicas
”, explica Lucas, profesor de educación física. Además, es una excusa para que los jóvenes no se aíslen en sus hogares, una realidad frecuente dadas las condiciones climáticas.

El gimnasio es el punto de encuentro para exposiciones, celebraciones y fogones de todas las propuestas salesianas de la ciudad que comparten diversas actividades como una sola familia.

El juego es una forma de convocar a los jóvenes, y en esta parte de la Patagonia, el gimnasio es el punto de encuentro, no solo para el deporte, sino también para exposiciones, celebraciones y fogones de todas las propuestas salesianas de la ciudad que comparten diversas actividades como una sola familia.

Pero a pesar de las bajas temperaturas, el contacto con la naturaleza también es fundamental y parte de la propuesta educativa. Para eso la Obra de Don Bosco cuenta con La Chacra. Este espacio verde, con animales y con una pequeña cabaña para resguardar del viento, es utilizada por todos los sectores de la Casa y es parte del proyecto Vida la Naturaleza.

En La Chacra se realizan convivencias y campamentos tanto de la escuela como del Batallón de Exploradores

Además, en La Chacra se realizan convivencias y campamentos tanto de la escuela como del Batallón de Exploradores, quienes se reúnen ahí para realizar actividades en torno a la naturaleza. Florencia es exploradora y recuerda con alegría la experiencia de mantener el fuego encendido bajo la nieve durante toda la noche. “Este es un lugar para hacer amistades, para aprender buenas acciones e incorporar valores”.

Cuando comenzó con los exploradores, no conocía la propuesta salesiana. Diez años después, es coordinadora del Batallón y lo considera su segundo hogar: “Somos una familia y pueden contar con nosotros, porque a pesar del clima, ¡estamos siempre listos!”.

“Buscamos concientizarlos desde pequeños en el cuidado del medio ambiente y el amor hacia en el mundo en el que vivimos”, expresa Cecilia, docente de nivel inicial.

Qué alegría recibirte

Fue el mismo Don Bosco quien envió a los primeros misioneros a la Patagonia. Hoy, esa misma tierra abre sus puertas a soñadores de todas partes del país y también del resto de América.

Griselda es secretaria del nivel primario y llegó desde Buenos Aires junto a su marido –que trabaja en el ejército– en el año 2006. “Vinimos a probar suerte, y enseguida encontramos trabajo”. Lo que más le gusta de Río Gallegos es el clima de familia con el que se encontró y que para ella tiene que ver con la impronta de esos primeros misioneros. “Le agradecería a los primeros salesianos que vinieron porque nos dieron un legado que permanece en el tiempo y sigue contagiando al resto”.

Desde hace varios años las propuestas pastorales de Don Bosco en Río Gallegos fueron creciendo y expandiéndose. Es así que llegaron al barrio Madres a la Lucha, ubicado en las afueras de la ciudad y a pocos metros del basural. Allí la mayor parte de los vecinos son provenientes del norte de Argentina, y de países latinoamericanos como Paraguay, Bolivia y Venezuela. «Nadie elige donde nacer, pero sí dónde vivir dignamente”, afirma Rosita, cooperadora salesiana. Ella junto a un grupo de colaboradores acompaña la pastoral del migrante en el barrio, ofreciendo talleres de apoyo escolar, costura y lectoescritura para que chicos, jóvenes y adultos puedan aprender un oficio y solventarse económicamente.

La propuesta oratoriana llegó al barrio con actividades recreativas: murga, juegos, torneos de fútbol y un merendero cuatro días por semana.

El Movimiento Juvenil Salesiano también aporta su granito de arena. La propuesta oratoriana llegó al barrio con actividades recreativas: murga, juegos, torneos de fútbol y un merendero cuatro días por semana. “A mí me ayudaron cuando lo necesité, y por eso ahora lo retribuyo brindando mi tiempo para los demás”, explica Nicolás, coordinador del oratorio y ex alumno del Domingo Savio, “es lo que Don Bosco nos enseñó, y lo hacemos con alegría”.

Me quedo acá

Antonio ingresó al colegio Nuestra Señora de Luján en 1958, y luego de vivir un tiempo en España, regresó a Argentina, donde se graduó y trabajó de preceptor y profesor. “Este colegio me dio un sentido de pertenencia y me mostró la presencia de Dios en cada uno de nosotros”, comenta mientras camina por los pasillos de la escuela como si se tratara de su propia casa.

Fue la opción por mi historia de vida, mi familia me trajo y acá me quedé”, explica Héctor Acosta, director general.

Antonio no es la excepción, quienes conocen la Obra de Don Bosco, siempre eligen volver. Santiago es el hijo de la primera directora del Domingo Savio, Puchi Vivas. Durante su infancia, pasaba sus tardes acompañando a su mamá en el inicio del proyecto y recibiendo a chicos y chicas en su casa para merendar y cenar. “Todo lo aprendí de mi mamá y mi papá. Ellos nunca se separaban “trabajo” de “hogar”, vivíamos el oratorio en casa y éramos todos una familia”. Hoy, es coordinador de la pastoral y sueña con que todos los jóvenes que pasen por la obra encuentren su proyecto de vida. “Es un orgullo para mí estar acá”.

“A mí me ayudaron cuando lo necesité, y por eso ahora lo retribuyo brindando mi tiempo para los demás”.

Susana tiene 58 años, es catequista y descendiente de pueblos originarios. Doce años atrás, cuando estaba por irse a Chaco, sus padres se enfermaron y pidió quedarse en Río Gallegos para trabajar como cocinera del Domingo Savio. “Es el amasar el día a día de la gente y tener el oído del corazón siempre abierto para ellos”. En poco tiempo Susana va a jubilarse, y ante todo, le agradece a Dios por haberla acompañado durante toda su vida “estuvo presente en cada trayecto, él nunca me dejó”.

En Río Gallegos, no hay viento que pueda borrar la marca que lleva cada profesor, colaborador o alumno que haya pasado por la obra.

En Río Gallegos, no hay viento que pueda borrar la marca que lleva cada profesor, colaborador o alumno que haya pasado por la obra. Héctor Acosta, además de ser el Director General, es exalumno de la casa y conoce las historias de los cientos de nombres que figuran en las placas de la escuela y en los corazones de toda la comunidad. “Fue la opción por mi historia de
vida, mi familia me trajo y acá me quedé
”.

Esa misma sensación parece atravesar a toda la comunidad de Don Bosco en Río Gallegos, que en una de las ciudades más australes de la Patagonia, siguen haciendo realidad el sueño del santo de los jóvenes. Con frío, con viento o con nieve, Don Bosco está más vivo que nunca.

Mirá el video completo de la obra de Río Gallegos

BOLETÍN SALESIANO DE ARGENTINA – NOVIEMBRE 2023

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