«No podemos pensar la economía si no es al servicio de los jóvenes»

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Entrevista a la hermana Ena Veralís Bolaños, Ecónoma General del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora.

En septiembre la hermana Ena participó de un encuentro con directoras y administradoras de la Inspectoría Laura Vicuña de Argentina.

Por Valentina Costantino y Juan José Chiappetti
redaccion@boletinsalesiano.com.ar

El Instituto de las Hijas de María Auxiliadora cuenta con presencia en 97 naciones, y a las 11.535 religiosas se suman una innumerable cantidad de laicos y laicas, que trabajan en favor de la educación, promoción y evangelización de chicos, chicas, adolescentes y jóvenes. La administración de los recursos económicos en una congregación tan grande y diversa no es nada sencilla y quien está a la cabeza del equipo que lleva a cabo esta tarea es la hermana Ena Veralís Bolaños.

Este año la hermana Ena visitó la Argentina y pudo encontrarse en las distintas regiones que conforman la nueva provincia religiosa «Laura Vicuña».

¿Cuál es el desafío y la riqueza de pensar la economía en contextos o situaciones tan diferentes?

El primer paso es conocer las realidades, porque los Estados son diferentes en cada lugar. La riqueza es que todos somos y pertenecemos a un único Instituto. Entonces, unas realidades ayudan a las otras.

En este momento nuestro mayor desafío está en la economía sostenible. En Laudato Si, el Papa nos habla de la ecología integral. A veces tendemos a limitar la ecología integral a la ecología ambiental, pero el Papa no habla solo de ecología ambiental, sino que también habla de la ecología económica y social. Allí, todavía estamos en el proceso de entender cómo asumirlo. Tenemos bancos éticos, criterios por nuestros intereses financieros o por el bien común.

Estamos invitados a educar y formar a los jóvenes en la dignidad del trabajo, incluso en el medio de esta crisis económica.

Creo que todavía estamos en un proceso de sensibilidad de cambio de paradigma, que no es fácil porque nos presiona también la situación económica. Por ejemplo, compramos tal cosa porque es más barata,
pero esto destruye más el planeta o es fruto de la explotación a la persona humana. Entonces, ¿qué tiene prioridad? ¿El ahorro porque no tengo los recursos o una dimensión mucho más grande que ve a la persona humana y el futuro del planeta?

¿Qué debe tener en cuenta cada obra del Instituto al pensar su economía?

No podemos pensar en la economía si no es al servicio de los jóvenes. Tenemos claro que la economía es para la misión y nadie está pensando en una economía para acumular. Don Bosco empezó a organizar la
economía cuando se instaló en Valdocco, porque tenía que ver a quién le confiaba esta parte, pero no fue su prioridad. La preocupación eran los jóvenes sin educación, los pobres de Turín.

No construimos la estructura y después buscamos a los jóvenes, sino que tenemos a los jóvenes y luego empezamos a construir.

¿Qué cambios implica pensar la misión compartida en el ámbito de la administración?

En otro momento histórico parecía que ser licenciada en filosofía o en administración ya nos daba toda la preparación. Hoy nos damos cuenta que sabemos poco en esto, entonces tenemos que tener una persona experta en derecho, en contabilidad, en administración, en gestión, en pedagogía.

Es esperanzador escuchar a los laicos en las obras de gestión laical con una responsabilidad carismática grande, donde se preocupan también del tema económico, en función de la misión y no en función de su salario. A medida que nos vamos abriendo más al trabajo compartido, a la confianza en el otro, tenemos también más riqueza para discernir y para encontrar las luces del futuro.

¿Qué aspectos positivos observás en Argentina y qué debilidades?

Personalmente me he sentido en familia. Hay una calidez que se siente en la acogida, el cariño, la fraternidad, el espíritu de familia. Veo un sentido de pertenencia donde no son “ustedes y nosotras”, sino “nosotros”. Un sentido donde me siento parte, donde interrogo porque me siento parte.

Otra característica importante es esto de seguir soñando. Argentina está en crisis, pero no hay frustración, hay deseos de seguir soñando y de encontrar caminos. Nosotros somos hijos de soñadores y de personas de muchísima esperanza. Encontrar comunidades que están buscando caminos, es muy positivo.

Por otro lado, el desafío más grande es lograr vernos como una sola Inspectoría Argentina. El proceso más lento de unificar es el económico, por leyes, por organizaciones, por sistemas, no es fácil. Creo que están dando
un paso grande al verse ya en asambleas diferentes, con personas diferentes, y con el ejercicio de decir: “Somos Inspectoría Laura Vicuña”.

El nivel de desempleo en Argentina es más o menos de un 10%, pero hay un 40% de pobreza. ¿Cómo educar a los jóvenes para mostrarles que el trabajo sigue siendo el lugar de desarrollo?

Tenemos que ser conscientes que esta crisis no va a pasar tan fácilmente y que estamos invitados a educar y formar en medio de esta crisis. ¿Cuál sería un camino? Formar a los jóvenes en la dignidad del trabajo.

El cambio de paradigmas es un gran desafío. En nuestra mentalidad está armado que la riqueza es la que te da felicidad, y tenemos un modelo de desarrollo que es tener, tener y tener. Y la felicidad no puede ser esta. No encontramos en la cronohistoria, ni en las memorias biográficas que los jóvenes de Don Bosco se enriquecieron. Don Bosco lo que quería era que viviéramos dignamente.

El paradigma del mundo es que unos ganan y unos pierden. “Tú ganas porque eres más rica, yo pierdo porque soy tu empleada”. El paradigma tendría que ser “todos ganamos, yo soy tu jefa y tú eres mi empleado, pero todos estamos ganando porque tú tienes trabajo te dignificas y yo te doy trabajo para dignificarme”.

BOLETÍN SALESIANO DE ARGENTINA – NOVIEMBRE 2023

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