Cuando ir a la escuela es un golazo

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Gabriel Calderón: jugador de la Copa Mundial de Fútbol 1982 y 1990, exalumno de Rawson, Chubut.

Gabriel Calderón, junto a un grupo de estudiantes y docentes del colegio Don Bosco de Rawson, donde volvió como exalumno a inaugurar una “Biblioteca futbolera”.

Por Ezequiel Herrero y Santiago Valdemoros *
redaccion@boletinsalesiano.com.ar

Un vecino lo vio jugar al fútbol en el patio del Don Bosco y lo llamó a probarse en un club de Rawson, “Germinal”. Ahí comenzó una carrera que lo llevó a jugar en Racing Club, Independiente y numerosos clubes de Europa, participando también en la Copa Mundial Juvenil de 1979 y las Copas de España 1982 e Italia 1990. “Jugaba en el patio porque amaba el fútbol, a cualquier hora, y daba igual el lugar. No quería salir del ambiente en el que estaba tan feliz”, recuerda Gabriel Calderón, que nunca se olvidó del Don Bosco.

En septiembre de este año volvió a su colegio para inaugurar una “Biblioteca Futbolera”, un proyecto que busca promover la lectura a partir de vincular a jugadores profesionales con sus escuelas de origen, y en ese contexto habló con el Boletín Salesiano.

¿Cómo llegás al Don Bosco de Rawson?

Mi viejo era del campo, y yo me tuve que quedar en Rawson, en la ciudad. Mi papá me construyó una casita, y me anotaron en el Don Bosco.
Me gustó del colegio el aceptar a los chicos, sin importar el nivel ni social ni económico. Poder integrarlos y prepararlos. En ese momento estaba en una situación muy precaria; vivía en un galponcito, y en el colegio me sentía en casa. Era mi familia. Al mediodía iba a almorzar a la casa de uno de los chicos del colegio y después me volvía a jugar al vóley, al fútbol. Estaba todo el día ahí. Me fui en el año 1977, y hasta hoy siempre he vuelto. Guardé la relación con todos, especialmente con dos familias, que me trataron con un cariño enorme.

“De chico estaba en una situación muy difícil, muy precaria, donde vivía en un galponcito, y en el colegio me sentía en casa. Era mi familia”.

Lo más importante, que yo lo veo ahora, era que nunca me sentí discriminado, nunca había diferencias de ningún tipo. Me sentía muy aceptado y querido por el colegio y por mis compañeros.

¿Se sigue disfrutando de jugar un deporte en la
competencia de alto nivel?

Sí, se sigue disfrutando. Yo tengo espíritu competitivo, toda mi vida lo tuve. Es un espíritu de superación personal. Siempre he tenido mucha voluntad, quería ser mejor.
Yo de joven disfrutaba, de profesional disfruté y después de viejo también disfrutaba. Estaba más lento, me dolía todo, pero disfrutaba siempre. Cuando te gusta el fútbol, te gusta. Después, para las exigencias del profesionalismo hay que tener personalidad, ambiciones, espíritu de superación y competitividad. A nivel profesional, si perdía, no estaba contento… pero si jugaba en el Don Bosco en el recreo, y perdía, tampoco estaba contento.

Calderon recibe un regalo de parte del salesiano Stefan Crescia.

Muchos chicos y chicas sueñan con una carrera deportiva, ¿hay alguna clave que se pueda brindar para caminar hacia eso?

Lo que quiero hacer ver es que no hay nada imposible. Para mí ir a Trelew era muy lejos, porque no tenía un peso para tomar un colectivo. Buenos Aires era como ir a la Luna, y después olvidarte de salir de Buenos Aires, era imposible para mí. No importa la profesión que cualquiera de ellos elija, tienen que pensar que pueden lograr lo que ellos quieran. Ahora, no es sólo pensar. Hay que tener voluntad, sacrificio, inteligencia emocional y autocrítica.

Gabriel, ¿te gustó volver al Don Bosco este año?

Lo cuento y se me pone la piel de gallina. Me encantó la organización. Los directivos, las maestras, todo el colegio, el espíritu con que prepararon mi llegada… la verdad que me sorprendieron y me llegó a lo más profundo de mi corazón. Los chicos me recibieron y me vieron como que era un jugador “actual”, a pesar de lo viejo. Eso fue algo muy bien preparado.
Yo estoy agradecido al Don Bosco. Mi objetivo no es sólo haber donado los libros y que a la biblioteca le pongan mi nombre: quiero volver y que cuenten conmigo para lo que pueda ser útil.

Con la colaboración de Maximiliano Gianotti y la comunidad de Rawson, Chubut.

BOLETÍN SALESIANO DE ARGENTINA – NOVIEMBRE 2022

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