“Hoy la crisis no es de fe, es de amor”

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Entrevista con Cristóbal Fones, sacerdote jesuita, músico y compositor.

Cristóbal Fones, sacerdote jesuita y músico, sus videos con canciones llegan a más de cien mil reproducciones en internet.

Por Santiago Valdemoros
redaccion@boletinsalesiano.com.ar

La música ha sido desde siempre un lugar de expresión y de reconocimiento, y la Iglesia también se ha valido de ella para transmitir su mensaje a la sociedad. En ese largo recorrido artístico y cultural, aparece en los últimos años en Latinoamérica el nombre de Cristóbal Fones: sacerdote jesuita, de poco menos de 50 años, acumula más de treinta mil seguidores en Youtube, y algunos de los videos de sus canciones llegan a la cifra de cien mil reproducciones.

De hablar pausado y sencillo, este sacerdote chileno admite que su vínculo con la música prácticamente nació antes que él: “Como familia vivíamos en el campo y cantábamos muchísimo. Crecí en ese ambiente. Y en mi casa no había mucha diferencia entre la música religiosa y la música secular, eran parte de lo mismo”.

Actualmente Cristóbal reparte su tiempo entre la formación de sus hermanos jesuitas, el acompañamiento espiritual y conferencias que brinda en distintas instituciones: “A la música le queda un ratito de mi semana. Lo encuentro precioso, pero tengo que tener en claro todo lo que Dios me pide”.

Con una agenda tan apretada, ¿cuál es la motivación que encontrás para hacer música?

Lo hago porque siento que el Señor me lo pide, no porque crea que lo hago bien. De hecho, me considero un muy mal escritor, un pésimo compositor y un mediocre intérprete. Son pocas las letras de las canciones que grabé que he compuesto yo. Pero de repente me encuentro con un texto que me moviliza y me brota muy fácilmente ponerle música. Siempre hay un mensaje que me toca el corazón y trato de buscar el modo de que fluya. El modo de trabajar la música para mí ha sido bastante apostólico, en función del anuncio del Evangelio.

Hoy en día gente que cante bien hay muchísima, y la calidad de las grabaciones son extraordinarias, pero la experiencia de Dios que han tenido, que es muy válida y muy sincera, suele ser bastante individual. Falta un recorrido más comunitario, con toda la frustración que eso significa, pero con la profundización que eso trae. Echo de menos de vez en cuando textos que ayuden a ir más al fondo del mensaje y no sólo a la experiencia afectiva del asombro, de la gratitud, que también es parte de nuestra experiencia religiosa. Es muy valioso, pero si no tiene un correlato en el modo en cómo tomo decisiones en mi vida, o cómo me involucro en política… es muy incompleto.

«Esta presencia en los medios tiene que servir para volver a valorar lo sencillo, el encuentro comunitario», Cristóbal Fones

“A la gente le cuesta creer en Dios porque no nos amamos, no creemos en el otro”

Tus videos en redes sociales durante la pandemia acumulan decenas de miles de visualizaciones y comentarios. ¿Creés que este tiempo nos va a dejar una nueva manera de celebrar la fe?

Yo quisiera que dejara un cambio. Me parece que el modo que teníamos de celebrar dejó de tener sentido para muchas personas y hace mucho tiempo. La gente en general no comprende nuestra forma de celebrar la fe, dejó de ir a la eucaristía, porque hay una tendencia hacia lo individual. Y porque el lenguaje que usamos y la rigidez con la que celebramos se va alejando de su cotidianeidad. Necesitamos preguntarnos qué decimos con nuestra forma de celebrar. ¿Qué dice un sacerdote lleno de ropa y muy alto en el altar? ¿Estamos transmitiendo la proximidad de Dios con nosotros? Hay comportamientos que casi contradicen el contenido que queremos transmitir. 

Este “ayuno” de celebración presencial puede ser la oportunidad para, a la hora de retomarlo, transformarlo un poco. Renovarlo en su ímpetu, en su fuego, en su autenticidad. La mediación virtual permite llegar a muchos hogares y contextos que no llegaríamos de manera presencial. Pero que alguien escuche cien mil veces una canción no me dice nada de su experiencia religiosa. No tengo idea si la escuchó y le tocó el corazón, o si la dejó prendida en su celular.

Ojalá que se siga escuchando, pero eso no alcanza a ser una experiencia profunda, sostenida en el tiempo y que genera un proceso. Alguno puede pensar: “Mientras más aparezcamos en Internet, más evangelización se produce”, pero no creo que sea así. Sospecho que nuestra humanidad, con todo el hastío que está provocando esta “sobredosis” de estímulos, volverá a valorar lo sencillo, lo simple. Entonces esta presencia en los medios tiene que ofrecer y volver a convocar al encuentro comunitario.

«Necesitamos preguntarnos qué decimos con nuestra forma de celebrar»

Tanto en Internet como en la cultura en general hay una abundancia de propuestas, muy diversas, incluso espirituales. En ese contexto, ¿qué es lo que la Iglesia tiene para ofrecer?

Jesucristo. Eso es lo que podemos y lo que debemos ofrecer, es lo único que importa. Facilitar a la gente una experiencia personal con Jesucristo, único mediador para el encuentro con Dios. Si fallamos en eso, fallamos en todo. La única misión de la Iglesia es colaborar con Cristo en la salvación del mundo, y eso pasa por una experiencia liberadora, humanizadora, que se nos ofrece en Jesús de Nazaret. ¿Cómo se concreta? En una experiencia de comunidad frente a una experiencia individualista. En una experiencia de profundidad ante un sinnúmero de experiencias superficiales. Y en una experiencia de trascendencia, que me saca de mí mismo, frente a una experiencia egoísta.

Hoy la gran crisis no es de fe, es de amor. A la gente le cuesta creer en Dios porque no nos amamos, no creemos en el otro. El amor se ha vuelto simplemente que el otro me haga sentir lo que yo creo que necesito sentir. Y el amor oblativo, el amor de Jesús, es un amor “extrovertido”, que en el amar aprende a ser amado.

“Hay un engaño social muy profundo en creer que cualquier generación se basta a sí misma. Nos necesitamos todos y todos somos muy importantes.”

Hace un tiempo dijiste en una entrevista que la sociedad pone a los jóvenes en un cierto pedestal de “sacralidad” y eso no les hace bien. ¿Por qué lo decías?

Creo que la economía se ocupa de mantener entretenidos a los jóvenes para que consuman lo superficial. Hay un mensaje que les dice que son “lo máximo”, que sus papás no saben nada, que sus abuelos son unos inútiles y que sus hermanos todavía no entienden: “Tú eres lo máximo y la respuesta a todos los problemas de la sociedad”. Creo que hay un engaño social muy profundo en creer que cualquier generación se basta a sí misma. Nos necesitamos todos y todos somos muy importantes. En ese sentido, la Iglesia podría ser para este mundo, si lo trabajamos bien, una gran metáfora del Reino. Pero a veces nos parcelamos y hay una misa para jóvenes y una misa para niños. Y nos estamos perdiendo de decir: “Esto es para todos”. Esa metáfora del Reino, que es la eucaristía, es una muy buena noticia para un mundo sediento de comunidad porque está fragmentado.

Con un cariño especial por el «mundo salesiano»

Si bien Cristobal Fones es jesuita, conoce la Obra de Don Bosco, como no podía ser de otra manera a través de la música: “El mundo salesiano tiene cosas espectaculares. A Eduardo Meana lo conocí de más grande, pero creo que es alguien que tiene una música muy madura, en cuanto a lo melódico y sobre todo en cuanto a los textos, al contenido, que es lo que más cuesta encontrar”.


Seguí la música de Cristóbal Fones en sus redes sociales

FACEBOOK /cristobalfonessj
INSTAGRAM /cfonessj
YOUTUBE /CristobalFonesSJ
SPOTIFY Cristóbal Fones, Sj
PÁGINA WEB cfones.cl


“Hoy la crisis no es de fe, es de amor”

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Entrevista con Cristóbal Fones, sacerdote jesuita, músico y compositor.

Cristóbal Fones, sacerdote jesuita y músico, sus videos con canciones llegan a más de cien mil reproducciones en internet.

Por Santiago Valdemoros
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La música ha sido desde siempre un lugar de expresión y de reconocimiento, y la Iglesia también se ha valido de ella para transmitir su mensaje a la sociedad. En ese largo recorrido artístico y cultural, aparece en los últimos años en Latinoamérica el nombre de Cristóbal Fones: sacerdote jesuita, de poco menos de 50 años, acumula más de treinta mil seguidores en Youtube, y algunos de los videos de sus canciones llegan a la cifra de cien mil reproducciones.

De hablar pausado y sencillo, este sacerdote chileno admite que su vínculo con la música prácticamente nació antes que él: “Como familia vivíamos en el campo y cantábamos muchísimo. Crecí en ese ambiente. Y en mi casa no había mucha diferencia entre la música religiosa y la música secular, eran parte de lo mismo”.

Actualmente Cristóbal reparte su tiempo entre la formación de sus hermanos jesuitas, el acompañamiento espiritual y conferencias que brinda en distintas instituciones: “A la música le queda un ratito de mi semana. Lo encuentro precioso, pero tengo que tener en claro todo lo que Dios me pide”.

Con una agenda tan apretada, ¿cuál es la motivación que encontrás para hacer música?

Lo hago porque siento que el Señor me lo pide, no porque crea que lo hago bien. De hecho, me considero un muy mal escritor, un pésimo compositor y un mediocre intérprete. Son pocas las letras de las canciones que grabé que he compuesto yo. Pero de repente me encuentro con un texto que me moviliza y me brota muy fácilmente ponerle música. Siempre hay un mensaje que me toca el corazón y trato de buscar el modo de que fluya. El modo de trabajar la música para mí ha sido bastante apostólico, en función del anuncio del Evangelio.

Hoy en día gente que cante bien hay muchísima, y la calidad de las grabaciones son extraordinarias, pero la experiencia de Dios que han tenido, que es muy válida y muy sincera, suele ser bastante individual. Falta un recorrido más comunitario, con toda la frustración que eso significa, pero con la profundización que eso trae. Echo de menos de vez en cuando textos que ayuden a ir más al fondo del mensaje y no sólo a la experiencia afectiva del asombro, de la gratitud, que también es parte de nuestra experiencia religiosa. Es muy valioso, pero si no tiene un correlato en el modo en cómo tomo decisiones en mi vida, o cómo me involucro en política… es muy incompleto.

«Esta presencia en los medios tiene que servir para volver a valorar lo sencillo, el encuentro comunitario», Cristóbal Fones

“A la gente le cuesta creer en Dios porque no nos amamos, no creemos en el otro”

Tus videos en redes sociales durante la pandemia acumulan decenas de miles de visualizaciones y comentarios. ¿Creés que este tiempo nos va a dejar una nueva manera de celebrar la fe?

Yo quisiera que dejara un cambio. Me parece que el modo que teníamos de celebrar dejó de tener sentido para muchas personas y hace mucho tiempo. La gente en general no comprende nuestra forma de celebrar la fe, dejó de ir a la eucaristía, porque hay una tendencia hacia lo individual. Y porque el lenguaje que usamos y la rigidez con la que celebramos se va alejando de su cotidianeidad. Necesitamos preguntarnos qué decimos con nuestra forma de celebrar. ¿Qué dice un sacerdote lleno de ropa y muy alto en el altar? ¿Estamos transmitiendo la proximidad de Dios con nosotros? Hay comportamientos que casi contradicen el contenido que queremos transmitir. 

Este “ayuno” de celebración presencial puede ser la oportunidad para, a la hora de retomarlo, transformarlo un poco. Renovarlo en su ímpetu, en su fuego, en su autenticidad. La mediación virtual permite llegar a muchos hogares y contextos que no llegaríamos de manera presencial. Pero que alguien escuche cien mil veces una canción no me dice nada de su experiencia religiosa. No tengo idea si la escuchó y le tocó el corazón, o si la dejó prendida en su celular.

Ojalá que se siga escuchando, pero eso no alcanza a ser una experiencia profunda, sostenida en el tiempo y que genera un proceso. Alguno puede pensar: “Mientras más aparezcamos en Internet, más evangelización se produce”, pero no creo que sea así. Sospecho que nuestra humanidad, con todo el hastío que está provocando esta “sobredosis” de estímulos, volverá a valorar lo sencillo, lo simple. Entonces esta presencia en los medios tiene que ofrecer y volver a convocar al encuentro comunitario.

«Necesitamos preguntarnos qué decimos con nuestra forma de celebrar»

Tanto en Internet como en la cultura en general hay una abundancia de propuestas, muy diversas, incluso espirituales. En ese contexto, ¿qué es lo que la Iglesia tiene para ofrecer?

Jesucristo. Eso es lo que podemos y lo que debemos ofrecer, es lo único que importa. Facilitar a la gente una experiencia personal con Jesucristo, único mediador para el encuentro con Dios. Si fallamos en eso, fallamos en todo. La única misión de la Iglesia es colaborar con Cristo en la salvación del mundo, y eso pasa por una experiencia liberadora, humanizadora, que se nos ofrece en Jesús de Nazaret. ¿Cómo se concreta? En una experiencia de comunidad frente a una experiencia individualista. En una experiencia de profundidad ante un sinnúmero de experiencias superficiales. Y en una experiencia de trascendencia, que me saca de mí mismo, frente a una experiencia egoísta.

Hoy la gran crisis no es de fe, es de amor. A la gente le cuesta creer en Dios porque no nos amamos, no creemos en el otro. El amor se ha vuelto simplemente que el otro me haga sentir lo que yo creo que necesito sentir. Y el amor oblativo, el amor de Jesús, es un amor “extrovertido”, que en el amar aprende a ser amado.

“Hay un engaño social muy profundo en creer que cualquier generación se basta a sí misma. Nos necesitamos todos y todos somos muy importantes.”

Hace un tiempo dijiste en una entrevista que la sociedad pone a los jóvenes en un cierto pedestal de “sacralidad” y eso no les hace bien. ¿Por qué lo decías?

Creo que la economía se ocupa de mantener entretenidos a los jóvenes para que consuman lo superficial. Hay un mensaje que les dice que son “lo máximo”, que sus papás no saben nada, que sus abuelos son unos inútiles y que sus hermanos todavía no entienden: “Tú eres lo máximo y la respuesta a todos los problemas de la sociedad”. Creo que hay un engaño social muy profundo en creer que cualquier generación se basta a sí misma. Nos necesitamos todos y todos somos muy importantes. En ese sentido, la Iglesia podría ser para este mundo, si lo trabajamos bien, una gran metáfora del Reino. Pero a veces nos parcelamos y hay una misa para jóvenes y una misa para niños. Y nos estamos perdiendo de decir: “Esto es para todos”. Esa metáfora del Reino, que es la eucaristía, es una muy buena noticia para un mundo sediento de comunidad porque está fragmentado.

Con un cariño especial por el «mundo salesiano»

Si bien Cristobal Fones es jesuita, conoce la Obra de Don Bosco, como no podía ser de otra manera a través de la música: “El mundo salesiano tiene cosas espectaculares. A Eduardo Meana lo conocí de más grande, pero creo que es alguien que tiene una música muy madura, en cuanto a lo melódico y sobre todo en cuanto a los textos, al contenido, que es lo que más cuesta encontrar”.


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