A todos nos puede pasar

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Una reflexión a la luz de la tentaciones de Jesús en el desierto.

Por: M.E

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El Evangelio de este domingo nos propone reflexionar sobre las tentaciones de Jesús en el desierto. Si bien Jesús no tenía por dentro grietas que el mal espíritu sabía “tocar”, él experimenta como verdadero hombre lo que es ser tentado. Y sobre eso hay mucho que podemos reflexionar, aprender y rezar.

La primera tentación es convertir piedras en panes para saciar su hambre. Es la tentación de creer que nuestros impulsos, nuestros instintos, son todo y que no hay manera de librarse de la fuerza de esas pulsiones. Por eso Jesús responde: “No solo de pan vive el hombre”. No somos solo necesidades instintivas, no somos sólo pulsiones. No solo somos un plano físico y de instintos. Entonces, la primera tentación es vivir pendiente de los impulsos, y creer que eso es lo único que me puede determinar la vida. Entonces voy tomando decisiones por mis impulsos básicos. 

La segunda tentación es que adore al malo, a Satanás; porque Satanás, que es el dueño de los poderes del mundo, se los va a dar a él para que toda la gente lo reverencie si se inclina ante el mal espíritu. En el fondo la tentación es querer que los demás me reverencien, querer que los demás se inclinen ante mi. El mal espíritu le dice: “Te ofrezco que todos te reconozcan, ser el rey del mundo”. Y Jesús rechaza esa tentación porque él no viene a ser el rey, sino a ser un servidor. Nosotros tenemos la tentación de querer ser reyes de la casa, reyes de nuestros padres, reyes del trabajo, reyes del deporte. En definitiva esta segunda tentación pone el acento en la relación con los demás, es a querer estar por arriba del otro, a dominar, a superar, a comparar, a competir. 

Y la tercera tentación es que le pida a Dios que sus ángeles lo salven, porque estaba en un salmo. Incluso Satanás cita al salmo diciéndole: «Tírate desde lo alto del templo porque los ángeles van a venir a sostenerte”. Se trata de la relación con Dios, es decir, tentar a Dios para que se adapte a mis caprichos. El “diosito” a mi medida. Jesús rechaza eso, que Dios tenga que venir a salvarlo porque él se tira de lo alto del templo, es usar a Dios. La tentación es querer que Dios esté a mi servicio: “si Dios me quiere, todo me tiene que salir bien”. Es una tentación muy seria, porque Dios es Dios. Entonces, tendríamos que dejar que Dios sea Dios.

BOLETÍN SALESIANO DE ARGENTINA – MARZO 2025

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