Lo esencial es invisible a los ojos

Compartir

Cuaresma, tiempo para centrarnos en lo verdaderamente importante.

Por Roberto Monarca
boletin@donbosco.org.ar

Cuenta el texto de El Principito que el aviador, uno de los protagonistas del relato, tuvo que estar en el desierto por una avería en el motor. Y el texto nos regala el encuentro de este aviador con el principito, sus diálogos y aprendizaje en el desierto sobre lo importante, lo que hay que evitar, lo que hay que promover, de lo que hay que cuidarse, lo que hay que cuidar.

Casualmente, el tiempo de cuaresma es rememoración de los cuarenta años que el pueblo de Israel estuvo en el desierto antes de llegar a la tierra prometida, y los cuarenta días que Jesús estuvo en el desierto, donde fue tentado.

En ambos casos, el desierto fue tiempo de purificación. El pueblo de Israel se fue despojando de lo accesorio, y centrándose en lo esencial: el seguimiento de la propuesta de Dios. Jesús, es empujado al desierto luego de su bautismo por parte de Juan, donde tiene la revelación de su misión y su existencia, y en el desierto toma conciencia de lo que significa ser hijo muy querido de Dios.

Pero hay una diferencia entre el protagonista de El Principito, el pueblo de Israel, Jesús y nosotros. Que nosotros sabemos el final de la película: la resurrección de Jesús. Las promesas de Dios se cumplieron en Jesús y se cumplirán en cada uno de nosotros. Ese es el fundamento de nuestra esperanza y sostén en el caminar.

Estamos invitados a iniciar el caminar en el desierto de la cuaresma, pero no para centrarse en lo que hay que dejar, sino para hacer más consciente el cómo queremos vivir.

Conviértete y cree en el Evangelio

El Miércoles de Ceniza, al momento de su imposición, una de las frases propuestas para este momento es “Conviértete y cree en el Evangelio”.

Convertirse es, ante todo, revisar y, si es necesario, rectificar el rumbo. No hablamos aquí de una conversión radical –o tal vez sí–, sino de aquella que nos permite, reconociendo dónde estamos y hacia dónde queremos caminar, revisar si, efectivamente, los pasos que estamos dando hoy, nos están llevando a dónde queremos ir, o no.

Creer en el Evangelio es apoyar mi certeza, mi esperanza, mi vida en la Buena Noticia que trae Jesús: que la vida tiene sentido, que vivir como Jesús es una forma plenamente feliz de vivir.

Esta invitación a revisar es también a alinear lo que somos, lo que queremos ser y lo que aparentamos ser, en los distintos lugares y espacios que habitamos. Y aquí entra a jugar nuestra presencia en las redes.

El tiempo que le dedicaste a ella

Sin duda que en una buena parte de nuestro día estamos en las redes compartiendo pensamientos, deseos, logros, conocimientos, aprendiendo de la experiencia de otros, ya sea con los cercanos o con quienes no vemos todos los días o están lejos, geográfica o existencialmente. Pero no siempre las habitamos así, si no, parecería lo más cercano a Disneylandia.

No pocas veces daríamos nuestra vida por un mayor número de likes, o usamos nuestras “cuentas secundarias” o “mejores amigos”, para decir o mostrar lo que a veces en un patio ni locos haríamos, o publicamos adrede fotos para herir a quien queremos lastimar –bienvenidos, haters–. Hacemos de cuenta que estamos alegres, exitosos, sonrientes, que no nos importa lo que nos pasó.

Mucho tiempo dedicado a mostrar una vida que tal vez no tenemos, o mirando vidas de otros. Desde que el mundo es mundo las personas buscamos ser reconocidas y aceptadas. Más, todavía, en los tiempos de adolescencia y juventud, donde nos estamos formando y delineamos lo que somos, la aceptación o el rechazo de los pares es crucial.

Un gran tiempo que le dedicamos a esa rosa que es nuestra vida en redes. Ahora, ¿la vida en redes es toda nuestra vida? ¿Somos lo que mostramos en las redes?

Invitados a recorrer nuestro planeta

Al vivir tan descentrados, dependiendo de la aprobación de los otros, podemos crear una persona en línea que puede o no coincidir con quien somos en las otras dimensiones de la vida. En las redes sociales, tenemos infinitas opciones de filtros y funciones de edición, y así corremos el riesgo de promover “la apariencia” de lo que somos –que a veces coincide con lo que anhelamos ser y no somos– por encima de lo que realmente somos.

Ser y parecer juegan aquí una carta fundamental. Nadie vive de apariencias, y, peor aún, cuando las apariencias caen, queda a la vista nuestra vida, toda ella… aún aquellos rasgos o situaciones dolorosas, fracasos, limitantes, que es entendible que no queramos que se vean, porque nos muestra vulnerables, y es una sociedad que no pocas veces se aprovecha de los vulnerables. Tantas estafas en línea o imágenes “picantes” pedidas y enviadas, para luego ser difundidas con el solo objeto de extorsionar por dinero o por, “afecto” a quien la envió, dan muestra de ello.

La cuaresma nos propone animarnos a algo nuevo, a no quedarnos en lo que somos.

Pero aquí estamos. Nuestro planeta, nuestra vida, es como es en este momento de nuestra historia. Y la cuaresma, justamente, nos propone animarnos a algo nuevo, a no quedarnos en lo que somos. Como el Principito, al ir recorriendo nuestro planeta, tal vez
nos encontremos vanidosos, calculadores, amantes del poder como dominio, haciendo cosas para tapar nuestros dolores, haciendo lo mismo sin animarnos a lo nuevo, imaginando que hacemos cosas trascendentes y lo importante se nos pasa de lado. Un recorrido y un tiempo no para quedarse llorando, sino para darnos cuenta cómo somos, cómo estamos, y si los pasos que damos están alineados con lo más profundo de nuestro corazón.

Un tiempo propicio, también, para equilibrar la vida entre las redes sociales digitales –Instagram, Tiktok, Whatsapp y sigue la lista– y las redes sociales físicas –familiares, amigos y todas las personas con quien podemos relacionarnos en persona–.

Para todo esto, hace falta dedicarle tiempo, como el que el Principito le dedicó a su rosa, y eso es lo que la hizo importante para él. Dedicarle tiempo a lo esencial, porque lo esencial es invisible a los ojos.

BOLETÍN SALESIANO DE ARGENTINA – MARZO 2025

Noticias Relacionadas

A todos nos puede pasar

Cuaresma. Una reflexión a la luz de la tentaciones de Jesús en el desierto.

Recalculando…

Cuaresma. El perdón, una oportunidad para reflexionar crecer y fortalecer el corazón.

Comenzar la cuaresma diciendo “Amén”

Cuaresma. El ayuno, la oración y la limosna son las tres prácticas que nos hacen vivir teniendo a Dios como Padre.