Infancias, pantallas y educación, entrevista al especialista Lucas Raspall.

Por: Ezequiel Herrero y Valentina Costantino
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En Argentina seis de cada diez niños y niñas tienen su primer celular a los nueve años. Y el tiempo de uso en niños de escuela primaria -según un informe de la Unidad de Evaluación Integral de la Calidad y Equidad Educativa de la Ciudad de Buenos Aires– es de entre dos y cinco horas por día. Cuando se alcanza la edad del secundario ese tiempo es todavía mayor.
¿Qué hacemos frente a esta realidad? ¿Qué consecuencias tiene? ¿Está bien prohibir el uso del celular en las escuelas como hicieron algunas instituciones o gobiernos? ¿Alcanza con eso? ¿Cómo educamos en la ciudadanía digital?
Para pensar algunas de estas respuestas el Boletín Salesiano dialogó con Lucas Raspall, rosarino, padre de tres hijos, médico psiquiatra y psicoterapeuta, autor de numerosas publicaciones y libros, entre los que se destacan: “Desafíos de la adolescencia. 40 posteos para una crianza positiva” y “Si hay suelo, no hay techo”, ambos de Editorial Homosapiens.

¿A qué edad es recomendable que un chico tenga su primer celular?
En primer lugar, no hay investigaciones que determinen a qué edad es recomendable tener un celular. si hay una coincidencia generalizada de que cuanto más tarde sea es mejor. Lo importante además de la edad, es que el niño o la niña puedan dar cuenta de algunas capacidades o recursos. Por ejemplo, criterio en los tiempos y momentos de uso, o responsabilidad en cumplir primero con sus tareas, lo cual seguramente no sucede a los ocho o nueve años. Y me refiero a estas edades porque en Argentina la estadística es que el 60% tiene su primer teléfono propio a los nueve años.
¿Es un problema el vínculo pantallas y chicos?
Ya está consolidada la evidencia científica sobre los riesgos y los daños que ocasiona el uso excesivo e inadecuado de pantallas en la primera y segunda infancia, y también en la adolescencia. Pero también hay que reconocer que “hablar de pantallas” es demasiado genérico, porque no es lo mismo una pantalla grande, como puede ser una televisión, que a veces se comparte entre toda la familia, que una pantalla chica como una tablet o un celular.
En tus redes sociales proponés un acuerdo para el uso del celular, ¿por qué lo ves necesario?
La propuesta del contrato que yo redacté lo que hace es poner por escrito diez cláusulas que se conversan, se negocian, se explican, se justifican y de esa manera también se enseña. Se trabaja de forma educativa. El contrato se puede revisar periódicamente y también en el contrato constan las consecuencias de la transgresión de alguna de las normas, por lo tanto ahí aparece la responsabilidad y el hacerse cargo.
Entre los docentes, sobre todo los del nivel secundario, hay mucho malestar por el uso del celular en las horas de clase. ¿Es una solución la prohibición?
Yo considero que todas las estrategias de prohibición y control, aunque en algunos casos pueden ser necesarias, son por sí solas insuficientes. Eso se tiene que complementar siempre con la educación en el uso de pantallas. Como ventajas de la prohibición se encuentra, por ejemplo, un menor índice de desatención y de multitarea, lo cual ocasiona en general incrementos en el rendimiento académico, e incluso también en la convivencia. Como desventajas, siendo que muchas aulas de las secundarias no están generalmente equipadas para la incorporación de lo digital en el aprendizaje, el uso del celular puede ayudar en ese sentido y si se prohíbe eso se pierde.
Los adultos muchas veces manifiestan una genuina preocupación por el tiempo que los chicos pasan con el celular, pero son esos mismos adultos los que también lo utilizan muchas horas al día…
Es muy contradictorio. Porque los adultos nos quejamos sobre el tiempo que los chicos usan el celular como si no reconociéramos que somos nosotros los que le compramos el teléfono y se los damos. Nosotros lo usamos cada vez más, la adicción a pantallas en la población adulta es algo que debería alarmarnos tanto como en la infancia. Por supuesto que en la infancia dada la plasticidad del cerebro y siendo que están en pleno desarrollo, el impacto puede ser más negativo, pero eso no quita que nuestra forma de uso es también excesiva e inadecuada.
¿Qué podemos hacer frente a esta situación?
Acompañar en el uso, ya sea docentes en una escuela, padres, profes en un club, o cualquier otro referente, pero sobre todo en las casas, enseñar un uso seguro, responsable, ético y crítico. Esto es lo que nos toca en todos los órdenes de la vida y esta no es la excepción. Tomar lo ventajoso que tienen los dispositivos digitales y usarlos a favor, no en contra del desarrollo. Por ejemplo, en lo académico hay plataformas que ayudan a la exploración, la investigación, facilitando aprendizajes.
BOLETÍN SALESIANO DE ARGENTINA – MARZO 2025