Como vos
El dolor es secreto
Fatal y discreto, ah.
¿Qué pensaban tus alas cuando se volaban tan lejos de mí?
No hubo monedas ni fuentes.
No hay nada tan fuerte.
No hay nadie como vos.
El aviso del cielo.
El agua y el duelo.
¿Qué voy a hacer conmigo?
La paciencia en cuotas.
Se diluye en mi boca.
Y lo que toca es crack.
Del sol que arrebata al Río de la Plata.
El agua de mi amor.
(fragmento)
Artista: Chano
Álbum: El camino (2022)
Por: Majo Colombo
mcolombo@donbosco.org.ar
En muchas ocasiones las creaciones de las y los artistas tocan su propia vida. Por lo general, sus composiciones y melodías suelen estar muy ligadas a los sentires y experiencias que atravesaron en los momentos en que esas obras nacieron. En este caso, la vida de Chano, que con frecuencia irrumpe en los medios para ser noticia, se hace también muy presente en sus canciones.
“Como vos” es su última creación y al momento de lanzarla, el artista expresó que reflejaba su fuerte vínculo con la soledad, la nostalgia y el dolor (incluso invitando a quienes la oían por primera vez a hacerlo con la luz apagada para evocar dichas sensaciones).
Si nos detenemos en la letra podemos tomar algunas de sus frases para hablar sobre cómo el mundo roto de hoy promueve constantemente el vivir en una común fragilidad. Ahora, ¿cuánto nos animamos a atravesarla y cuánto a comunicarla y ponerla en palabras? Reconocernos parte de una fragilidad común requiere pensar la relación que tenemos con el dolor.
“El dolor es secreto, fatal y discreto”
Atravesar vs. resistir. Demostrar vs. ocultar. ¿Por qué a veces se nos hace tan difícil acabar con una situación que hace sufrir? En la escuela nos enseñaron a colocar capitales y países en los mapas, pero no muchas veces a darle lugar y trabajar sobre nuestras emociones. Ponerle nombre a lo que nos pasa, reconocer una emoción y poder expresar a otros cómo nos sentimos, es para muchos un ejercicio difícil.
A veces, el dolor queda ubicado en el plano de la soledad como aquello que si es dicho, nos posiciona socialmente en “la vulnerabilidad de los débiles”, considerada un tabú. Pero, ¡cómo se descomprime el pecho cuando nos animamos a compartirlo!
Poner palabras, incluso para decir lo que no es fácil de escuchar. Decir lo que da terror, lo que duele mucho, lo que entristece, lo que hace llorar. Decir todo eso que la fuerza quiere venir a callar. Poder expresar y compartir lo que nos pasa nos rescata de vivir en modo avión.
“¡Crack!”
El sonido de lo roto. Se parece a nuestro mundo crujiendo. Entre medio de la rutina y el automatismo cotidiano se cuelan las preguntas de cuando nos sentimos tocando fondo… “¿qué voy a hacer conmigo?”, “¿cómo seguir si no puedo más?”, “¿en serio creen que esto es vida? Hoy no vivimos… SOBREvivimos!”
Como respuesta parcial, la intimidad puede ser ese espacio en el que se ensaya la inconformidad con el mundo que existe y se despeja un territorio hasta volverlo habitable. Otras veces, esa posibilidad se ensaya en sensibilidades colectivas. En asambleas, encuentros, en las calles o bien en las redes. Allí, donde se ponen sobre la mesa los “decires”, los pensares, los sentires.
“La paciencia en cuotas”
Por la intensidad de estos tiempos, estamos llevando una vida de alto voltaje. No terminamos de asimilar un acontecimiento que ya estamos poniéndole el cuerpo a otro… ¿Y cuánto resisten los cuerpos? ¿Cuánto margen nos queda para ser compasivos y tolerantes con nosotros mismos y con los demás también? ¿Cómo hacer para llegar antes del desborde y evitar daños y dolores irreparables?
“No hay nada tan fuerte”. “No hay nadie como vos”
Caminamos atomizados, anestesiados, atravesando con frecuencia pantanos de contradicciones, grietas y sesgos. Pero como contrapunto de los desbordes y desencantos que nos plantea esta cultura de la devastación, se afirman los vínculos sanos como trinchera para conservar viva la alegría y el deseo. La ternura, el cuidado y la vulnerabilidad humana como amuletos ante el desencanto.
Pareciera que no hay nada más fuerte para quienes andan cansados o cansadas de llevar el mundo encima que permitirse ser rescatados por el amor de un otro. Porque mientras atravesamos la fragilidad nos damos cuenta de la potencia de esos gestos de ternura inolvidables de los que también estamos hechos.
Una común fragilidad alimenta ternuras. Todos somos parte de una misma fragilidad que nos invita a vivir, colocando al final, puntos suspensivos…Solo transitando el día a día es que podemos ir descubriendo cuál es la mejor manera de ser habitable y humanamente frágiles.
BOLETÍN SALESIANO DE ARGENTINA – FEBRERO 2023