Los misioneros escriben a Don Bosco apenas instalados en Argentina.

Por: Néstor Zubeldía, sdb
nzubeldia@donbosco.org.ar
Dicen que para la primera impresión hay una única oportunidad. Ni bien llegados al puerto de Buenos Aires y, unos días después, a San Nicolás de los Arroyos, tal como les había pedido encarecidamente Don Bosco, los misioneros salesianos comenzaron a escribir contando sus primeras impresiones e informando en detalle sobre el viaje, la salud, el recibimiento en América y las perspectivas pastorales que se abrían en cada lugar.
Aquí publicamos, traducidas y muy resumidas, una carta de Don Cagliero a Don Bosco y otras del padre Tomatis, cronista de la expedición, a su antiguo director en Varazze don Francesia y a su compañero salesiano Juan Turco.
Buenos Ayres, 14 de diciembre de 1875
Queridísimo Padre:
Hemos llegado esta mañana al puerto de Buenos Ayres. El cañón anunció la llegada del Savoie, y dos horas después (estábamos anclados a diez millas de la costa) arribaba el vaporcito de sanidad y enseguida otro vaporcito que traía el querido padre Ceccarelli, que venía a buscarnos. Almorzó con nosotros a bordo y partimos. Llegados a la ciudad, ya estaba el obispo esperándonos y vino a visitarnos en la casa preparada para las hermanas. Mañana iremos a restituirle la visita, según se acostumbra aquí, y le entregaré las cartas necesarias.
Tiene mucho interés en nosotros y está dispuesto a darnos todo lo que necesitemos. Aquí nos detendremos algunos días con don Ceccarelli porque todo Buenos Ayres sabe que tomaremos posesión de la iglesia de los italianos y el obispo mismo ha arreglado todo en nuestro favor. Es una iglesia muy bonita y grande y en el centro de la ciudad. Todos nos aconsejan que la aceptemos. Ya se ha difundido la voz de que el próximo domingo uno de los padres hará el sermón de la inauguración y que la iglesia resultará chica.
Yo estoy alojado con el simpático clérigo Allavena en el palacio del señor Benítez que ha venido también a Buenos Ayres a recibirnos. Los otros están contentos, parte en la iglesia de los italianos y parte en otro lugar. Al anochecer vinieron todos a saludar a Benítez, patriarca de 79 años, que es nuestro amigo y a quien llamamos padre. Por ahora le digo que la recepción fue cordialísima y que aquí con don Francisco Benítez estoy como en casa propia.
Por ahora no le escribo más. En otra le diré los detalles del viaje de Río a Buenos Ayres, que son muchos, máxime por las relaciones estrechadas en Montevideo. Don Fagnano, don Tomatis, don Baccino, Allavena, Scavini, Molinari, Belmonte y Gioia cariñosamente lo saludan conmigo. Están contentos y animados para que todo salga bien y según la expectativa de aquí, que es grande, y nadie imagina el elevado concepto que tienen de nosotros y de la Congregación Salesiana. Don Francisco, don Ceccarelli, Spinoza y el Arzobispo me encargaron de sus expresiones para usted. Tenemos mucha necesidad de sus oraciones, porque para empezar todo no faltarán las dificultades.
Afectísimo en Jesucristo
Don Cagliero
Buenos Aires, 18 de diciembre de 1875.
Rev. Sr. Director:
Hemos llegado al fin del principio, vale decir que hemos llegado felizmente, fuimos recibidos con entusiasmo, encerrados dos horas en la aduana y suficientemente maltratados por los aduaneros.
Mañana o pasado partiremos para San Nicolás, donde nos esperan impacientes, acompañados por el patriarca Benítez, hombre doctísimo, de una memoria férrea, de una humildad profunda y caridad grandísima y lo que más vale, nuestro primer amigo y protector. Y por nuestro nuevo párroco, doctor Ceccarelli, persona simpática por cien motivos.
Le anuncio que don Francesia y su colegio están invitados a tomar mathe en la casa del nuevo cura de la iglesia de los italianos en la calle Moreno, don Juan Bautista Baccino.
De salud estamos todos óptimamente y yo mejor que todos. No hay que maravillarse. Estoy alojado en el Hotel El Globo, donde se come, se bebe y se duerme a la americana. Conmigo están don Fagnano, Mulinari, Gioia y Scavini.
Tendría mil cosas para decirle, pero excúseme por esta vez. En ocho días le mandaré desde San Nicolás un cuaderno y le diré cuanto me falta decirle del viaje, de la llegada y lo que sigue. Que Dios lo bendiga a Usted, a mis hermanos y sus alumnos, a cuyas oraciones se recomienda su
Affmo.
Tomatis
Buenos Aires, 18 de diciembre de 1875.
Amigo queridísimo:
Antes de partir de Sampierdarena recibí tu respuesta a mi tarjeta. La agradezco cordialmente y te aseguro que la promesa de recordarme en tus oraciones fue para mí un grato pensamiento para todo el viaje.
Nosotros estamos alegres y algunos, entre ellos yo, contentísimos. Y de eso forman parte, si no la presencia, al menos las noticias de los amigos. Aquí tenemos necesidad de compañeros buenos y valientes, cualidad cuya necesidad he aprendido a conocer más ahora que antes de partir. El pueblo aquí es buenísimo y eso nos hace esperar que haremos un bien inmenso.
San Nicolás de los Arroyos, 28 de diciembre de 1875, casa parroquial.
Revmo. Sr. Director:
Nos encontramos en San Nicolás desde hace seis días. Llegamos aquí el miércoles pasado a las 5 de la mañana. Por las cartas que ya le escribí sabrá cómo fue feliz nuestro viaje y más feliz la llegada a Buenos Ayres y óptima acogida en aquella ciudad, especialmente de parte del Arzobispo que nos prometió su protección y nos dio todos los permisos y facultades de los párrocos. En Buenos Ayres dejamos a don Cagliero, don Baccino y Belmonte en posesión de la casa e iglesia de los italianos. Yo con los otros vinimos aquí. En qué condición nos encontramos, no sabría decirle. El colegio no está terminado. Y lo peor es que no hay dinero para terminarlo. Como mucho podremos recibir a 35 o 40 internos, pero por un mes o mes y medio todavía no será habitable. Mientras tanto nos alojamos en la casa parroquial donde nos encontramos muy bien, aunque cuesta un poco acostumbrarse. Pero no crea que estamos perdiendo el tiempo. Aquí se estudia, se hacen y se reciben visitas, se van estudiando las costumbres del país y así adelante.
Es tiempo que le hable de este pueblo, digo pueblo porque no me parece ciudad, ya que, excluyendo la campaña, no llega a seis mil almas. La superficie es como de tres veces Varazze, pero todo muy desierto, las calles derechas y paralelas, las casas todas de planta baja. El pueblo está bien ubicado, pero no tiene montañas, colinas ni bosques. En los alrededores hay árboles, pocos y bajos, nueve meses al año los horribles mosquitos salen a millones del río Paraná. No es muy apto para expulsar la melancolía. Pero hay que dejarlo como es y amén.
Aquí suelen comer dos veces al día, a las 9, 10 u 11 (almuerzo) y hacia la caída del sol (comida). Además, a toda hora se toma cerveza o té o café o mathe. El vino no se conoce, solo en la mesa de los ricos, y se pone un poco de vino francés malo en los vasitos. También la fruta es poco conocida aquí. En los ocho días que llevamos comimos sólo higos verdes el día de la llegada, que hubo un gran almuerzo. Por el contrario, hay que ser carnívoros en exceso. Tres, cuatro platos por vez, con porciones de medio kilo cada uno. El pan se come con parsimonia como la carne y la carne con la abundancia que se come el pan en Italia.
Saludos a todos, créame siempre su affmo.
Tomatis Domingo
BOLETÍN SALESIANO DE ARGENTINA – DICIEMBRE 2025
