Buena ruta hermano
Te alejabas aferrado
A la nada del camino
Todo rueda tan efímero
Fue todo una ilusión
Cuando recuerdo
Aquel cruce del olvido
Después de tanto recorrido
Ya más hermanos que amigos
Cada cual su rumbo tomó
Buena ruta, hermano
Si te vuelvo a ver
Te estaré esperando
Donde ya sabés
(fragmento)
Artista: La Renga
Álbum: Totalmente Poseídos (2024)
Por Joaquín Mercado
mercado.joaquin.nicolas66@gmail.com
¿Quién no sufrió una pérdida? ¿Quién no vivió una despedida? ¿Quién no tuvo que tomar otro camino?
En esta ocasión La Renga, uno de los iconos del Rock Nacional Argentino que más perduró a lo largo de los años, nos trae una canción de despedida cargada de afecto, dolor y esperanza.
La canción gira en torno a la partida de alguien querido: un hermano de la vida que emprende un viaje sin retorno. La ruta, en este caso, se convierte en símbolo del paso a otra existencia, tal vez la muerte, pero también puede interpretarse como la continuación de un camino más grande, que trasciende lo físico.
La letra remarca la idea de que aunque el cuerpo ya no esté, la presencia espiritual permanece: “Nos volveremos a encontrar en algún lugar del tiempo”, dice reafirmando un lazo que no se rompe. La canción invita a vivir intensamente, con conciencia de que todo termina, pero también con la certeza de que lo compartido no se borra. Hay una especie de abrazo eterno que se transmite en cada palabra, como un adiós que en realidad es un “hasta luego”.
Desde una mirada salesiana, resuena profundamente en el corazón de quienes acompañan a otros en su camino. Don Bosco afirmaba: “La alegría es la más bella criatura que sale de las manos de Dios”, y aunque esta canción habla de una pérdida, también está impregnada de amor y de fe en la vida que continúa. El «hermano» que parte puede ser interpretado como un joven que deja el oratorio, que crece, que cambia de etapa, o incluso como alguien que falleció Aun así, como animadores, educadores o amigos, seguimos deseándole «buena ruta». Le confiamos su camino a Dios, sabiendo que cada huella compartida en el Patio deja una marca.
Por otra parte, es una invitación a acompañar desde el corazón, a vivir el “estar” con los otros de manera profunda, sabiendo que todo encuentro puede ser semilla de algo eterno. Acompañar, celebrar, llorar y agradecer forman parte de la espiritualidad salesiana, que no le teme a la tristeza porque sabe que detrás está el amor y que existe la vida eterna.
BOLETÍN SALESIANO DE ARGENTINA – AGOSTO 2025