“Ustedes son la luz del mundo”

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Más de un millón de jóvenes participaron del Jubileo 2025.

“Ustedes son la sal de la tierra. Ustedes son la luz del mundo. Y hoy sus voces, su entusiasmo, sus gritos; todos son por Jesucristo y los van a escuchar hasta el fin del mundo”.

Con estas palabras el papa León XIV le daba la bienvenida a más de un millón de personas que participaron del Jubileo de Jóvenes 2025, que se celebró en Roma, Italia.

Desde el 28 de julio hasta el 3 de agosto jóvenes de 146 países se encontraron para compartir una semana de reflexión y renovación espiritual. Este evento de gran importancia para la Iglesia Católica se realizó por última vez en el año 2000 durante el papado de Juan Pablo II. Veinticinco años después, vuelve a encontrar a jóvenes de todo el mundo para vivir en esta oportunidad el Jubileo de la Esperanza, convocado por el papa Francisco a fin de mantener encendida la llama de la esperanza que nos ha sido dada, y hacer todo lo posible para que cada uno recupere la fuerza y la certeza de mirar al futuro con mente abierta, corazón confiado y amplitud de miras”.

“¡Queremos la paz del mundo!”

Las celebraciones iniciaron el martes 29 con el saludo inicial del papa León XIV en la Plaza San Pedro, quien recordó las palabras de Jesús: Ustedes son la sal de la tierra. Ustedes son la luz del mundo. Hoy está empezando un camino: el Jubileo de la Esperanza, y el mundo necesita mensajes de esperanza. Ustedes son este mensaje y tienen que seguir dando esperanza a todos, expresó. También le pidió a los jóvenes caminar juntos con la fe en Jesucristo, y pidió por la paz: “Nuestro grito debe ser también por la paz del mundo. Digamos todos: ¡Queremos la paz del mundo!”.

“El mundo necesita mensajes de esperanza. Ustedes son este mensaje y tienen que seguir dando esperanza a todos”.

El miércoles 30 y el jueves 31 se realizaron los “Diálogos con la ciudad”, actos y actividades  que se desarrollaron en las principales iglesias y plazas de Roma, ofreciendo momentos de oración, formación, arte, música, testimonio y evangelización. Luego, el viernes 1 de agosto se llevó adelante la Jornada Penitencial. Durante todo el día los peregrinos se acercaron al Circo Massimo para recibir el Sacramento de la Reconciliación.

“Hermanos más allá de las diferencias”

“Este encuentro ha sido también un llamado profundo a la unidad, a reconocernos como hermanos más allá de nuestras diferencias. Nos invita a construir puentes y no muros, a vivir con coherencia nuestra fe y a comprometernos activamente con la realidad de nuestros pueblos. Los jóvenes están respondiendo con una fuerza transformadora que nos llena de esperanza”, comparte monseñor Alejandro Musolino, salesiano y obispo auxiliar de Córdoba, quien junto a monseñor Alejandro Pardo, obispo auxiliar de Buenos Aires; y monseñor José Luis Corral, obispo de Añatuya, acompañaron a más de mil jóvenes argentinos que viajaron a Roma.

“Estamos viviendo un tiempo nuevo, un tiempo cargado de esperanza para cada uno de nosotros, un tiempo de confianza en que Dios se hace presente. También es una responsabilidad nuestra acompañar a cada joven en el descubrimiento de su vocación y en el camino de seguir a Jesús, tomados de su mano”, expresa monseñor Alejandro Pardo. 

Para finalizar, monseñor José Luis Corral agrega que “ver a tantos jóvenes, de tantos países, culturas y lenguas, es un verdadero signo de esperanza, y también un llamado profundo a la paz universal.

“Estudien, trabajen y amen«

El 2 de agosto la celebración se desplazó a Tor Vergata. Allí se realizó la fiesta y Vigilia de oración con el papa León XIV. Los jóvenes se trasladaron con sus bolsas de dormir y sus carpas, y uno al lado del otro, esperaron la llegada del Papa, quien expresó: “Queridos jóvenes, quiéranse entre ustedes, quiéranse en Cristo, sepan ver a Jesús en los demás. La amistad puede verdaderamente cambiar el mundo. La amistad es un camino para la paz”.

“Sepan ver a Jesús en los demás. La amistad puede verdaderamente cambiar el mundo. La amistad es un camino para la paz”.

Luego, respondió las preguntas de tres jóvenes sobre la amistad, el valor de decidir, y la llamada al bien. Para comenzar, una joven mexicana preguntó: ¿cómo se puede construir una amistad sincera o un amor genuino en un tiempo marcado por la tecnología y las redes sociales? A lo que el Papa respondió: “Nuestra vida comienza con un vínculo y es a través de los vínculos que crecemos. La cultura juega un papel fundamental: es el código con el que nos entendemos a nosotros mismos e interpretamos el mundo”. Ante esto, las herramientas de la tecnología de la comunicación resultan “ambiguos cuando están dominados por lógicas comerciales e intereses que rompen nuestras relaciones en mil intermitencias. (…) Sólo relaciones sinceras y lazos estables hacen crecer historias de vida buena”.

La segunda pregunta que realizaron fue: ¿dónde podemos encontrar el valor para decidir? ¿Cómo podemos ser valientes y vivir la aventura de la libertad auténtica, tomando decisiones radicales y cargadas de significado?

“La decisión es un acto humano fundamental. Observándolo con atención, entendemos que no se trata sólo de elegir algo, sino de optar por alguien. Cuando elegimos, en sentido profundo, decidimos qué queremos llegar a ser (…) Es la decisión sobre nuestra vida: ¿qué tipo de hombre quieres ser? ¿Qué clase de mujer quieres ser?, señaló.

Por último, preguntaron: ¿cómo podemos encontrar verdaderamente al Señor Resucitado en nuestras vidas y estar seguros de su presencia incluso en medio de las pruebas y las incertidumbres?

Jesús es el amigo que siempre nos acompaña en la formación de nuestra conciencia. Si realmente quieren encontrar al Señor resucitado, escuchen su palabra, que es el Evangelio de la salvación (…). Estudien, trabajen y amen siguiendo el ejemplo de Jesús, el buen Maestro que siempre camina a nuestro lado”, concluyó.

“Nuestra esperanza es Jesús”

Por la mañana del 3 de agosto, el Papa llegó al palco, saludó a los jóvenes en varios idiomas, y presidió la Santa Misa y la oración del ángelus. Luego, expresó el deseo de que “la gran celebración en la que Cristo nos ha dejado su presencia, la eucaristía, sea una ocasión verdaderamente memorable para cada uno de nosotros”.

Después de haber respondido la noche anterior a las preguntas de tres jóvenes, en su homilía, esta vez fue el Papa quien realizó tres preguntas: “¿Qué es verdaderamente la felicidad? ¿Cuál es el verdadero sabor de la vida? ¿Qué nos libera de los estancamientos del sinsentido, del aburrimiento, de la mediocridad?”.

“La plenitud de nuestra existencia no depende de lo que acumulamos ni tampoco de lo que poseemos, sino que está en aquello que con alegría sabemos acoger y compartir, está en el amor de Cristo”, explicó frente a la multitud. Comprar, acumular, consumir, no basta. Necesitamos alzar la mirada, mirar hacia lo alto, a ‘las cosas de arriba’, para darnos cuenta de que todo tiene sentido, entre las realidades del mundo, solo en la medida en que sirve para unirnos a Dios y a los hermanos en la caridad, haciendo crecer en nosotros ‘sentimientos de ternura, de bondad, de humildad, de mansedumbre, de magnanimidad’, de perdón, de paz, como los de Cristo. Y en este horizonte comprenderemos cada vez mejor qué significa que ‘la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado’. Queridísimos jóvenes, nuestra esperanza es Jesús”.

“La plenitud de nuestra existencia no depende de lo que acumulamos ni tampoco de lo que poseemos, sino que está en aquello que con alegría sabemos acoger y compartir, está en el amor de Cristo”.

“Estamos hechos para esto. No para una vida donde todo es previsible y estático, sino para una existencia que se regenera constantemente en el don, en el amor. Y así aspiramos continuamente a un ‘más allá’ que ninguna realidad creada puede darnos; sentimos una sed grande y ardiente hasta tal punto, que ninguna bebida de este mundo puede apagarla. Frente a ella, ¡no engañemos a nuestro corazón, tratando de apagarla con sucedáneos ineficaces! ¡Escuchémosla, más bien!”.

Para finalizar le encomendó a María, la Virgen de la esperanza, a los jóvenes presentes, para que sigan caminando con alegría tras las huellas del Salvador, y contagien a los que encuentren con el entusiasmo y el testimonio de su fe. “¡Buen camino!”, se despidió.

Podés ver la Santa Misa y Ángelus del Jubileo de la Juventud, 3 de agosto de 2025, Papa León XIV en:

BOLETÍN SALESIANO DE ARGENTINA – AGOSTO 2025

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