No quedó en una promesa

Compartir

A 50 años de un cambio trascendental para los Exploradores Argentinos de Don Bosco.

Por: Gustavo Zarrilli

azarrilli@unq.edu.ar

En las primeras décadas del siglo XX nacían los Exploradores Argentinos de Don Bosco como una respuesta salesiana a las nuevas corrientes juveniles que crecían muchas de ellas alejadas de la Iglesia. Inspirados en las escuadras de gimnastas de los oratorios y bajo el impulso del padre José Vespignani y del padre Lorenzo Massa, el Movimiento tomó forma concreta en 1915 con la creación del primer Batallón. 

A lo largo de los años, consolidó una identidad basada en una estructura ordenada y activa, inspirada en el formato militar de la época. Sin embargo, hacia mediados del siglo XX, esa estructura comenzó a mostrar signos de agotamiento. El contexto social, cultural y pastoral exigía una renovación. Fue entonces cuando, sin perder el espíritu fundacional, el Movimiento se dispuso a cambiar para seguir siendo fiel a Don Bosco.

Nueva década, nuevas necesidades

Entre 1974 y 1980, los Exploradores vivieron uno de los procesos más audaces y necesarios de su historia. Fue un cambio estructural profundo, pero sin renunciar a su identidad. Dejar atrás la forma militar no significó claudicar, sino crecer. Y fue gracias a la inteligencia colectiva, a la visión de futuro y al amor por los jóvenes, que hoy podemos afirmar con orgullo que los Exploradores de Don Bosco son el movimiento juvenil más antiguo y uno de los más importantes de los salesianos en Argentina.

A comienzos de la década 1970, el Movimiento crecía con fuerza, pero también enfrentaba tensiones. El formato tradicional, muy estructurado y de inspiración militar, ya no respondía a los nuevos tiempos ni a las necesidades formativas de los jóvenes. En 1972, durante el encuentro de Cabana, Córdoba, se dio inicio a la Etapa de Redimensión. No se trataba de modificar los objetivos, sino de renovar la metodología y la estructura institucional, manteniéndose siempre fieles al espíritu fundacional.

El formato tradicional, muy estructurado y de inspiración militar, ya no respondía a los nuevos tiempos ni a las necesidades formativas de los jóvenes.

Este proceso fue gradual y participativo. No se impuso desde la conducción nacional, sino que surgió desde las animadores, con espíritu comunitario y profunda reflexión. Un punto de partida esencial fue la organización de los “Cursos Nacionales Kolping” —con el apoyo de la fundación católica alemana— que representaron el puntapié inicial de la transformación. Se realizaron más de cien cursos en batallones de todo el país, alcanzando a más de mil jóvenes exploradores y exploradoras.

“Una mayor fraternidad en el mundo”

Desde sus comienzos, la transformación contó con referentes clave, entre ellos los salesianos Victorio Giraudo, Agustín Rangugni y Eduardo Vier, y los exploradores Alberto Colado, Luis Arceo, Mario Villalba, Juan Vilas y Dante Gaspari. Todos ellos, desde su experiencia y mirada pastoral –junto a otros que también participaron en esta primera etapa– efectuaron aportes fundamentales para la construcción de una nueva estructura, claramente adaptada a lo que los cambios de época demandaba, pero a la vez coherente con la esencia exploradoril y profundamente salesiana.

Poco tiempo después, se sumaron los salesianos José Luis Defagot y Jorge Langus, junto con las hermanas de María Auxiliadora, Beatriz Parodi y Adriana Pertusi, quienes aportaron nuevas pedagogías, dinámicas y actividades. No obstante, el corazón del cambio estuvo ligado a los cientos de exploradores y exploradoras que, en todo el país, ofrecieron sus ideas, experiencias, compromiso y trabajo. Ellos se animaron a preguntarse con seriedad, qué significaba ser explorador y, en esa búsqueda, redescubrieron el camino de la salesianidad.

En 1974, el Congreso Nacional de Funes, en Santa Fe, marcó un hito fundamental con la redacción de los Principios Doctrinales, presentados oficialmente ese mismo año por el padre Francisco Tessarolo. Allí se afirmaba: “Reciben ustedes, concretadas en estas páginas, su regla de vida… La meta del Movimiento Exploradoril es la que señala Don Bosco para toda su obra educativa: forjar adolescentes y jóvenes como honrados ciudadanos y buenos cristianos que promuevan una mayor fraternidad en el mundo”.

En 1975, el Congreso Nacional de Funes, en Santa Fé, marcó un hito fundamental con la redacción de los Principios Doctrinales.

Los congresos de Funes –nuevamente en 1976– y de Don Rúa –Córdoba, 1976– consolidaron la transformación con la profundización de los Principios y la redacción y aprobación del Reglamento Nacional, que institucionalizó el nuevo esquema por etapas: Ambientación/Chispitas, Pioneros/Fuegos, Rastreadores/Hogueras, Baquianos/Antorchas y Soles. También nació allí el Movimiento Argentino de Exploradores –MADE–, integrando a los Exploradores de Don Bosco –E.A.D.B.– y a las Escuadras Argentinas de María Auxiliadora –E.A.M.A.–, reflejo de la riqueza y diversidad del carisma salesiano.

El proceso fue acompañado por una amplia producción de materiales: En Época, Formación Básica, Exploradorismo y Tiempo Libre, libros de etapa, cancioneros, y boletines regionales y nacionales. La implementación quedó a cargo de capellanes y jefes locales, respetando así la idiosincrasia de cada comunidad.

Participación, comunión y misión

El punto culminante de este camino de reforma fue el Campamento Nacional de enero de 1980, realizado en Ezeiza. Participaron 4000 jóvenes, se levantaron 400 carpas, hubo actos públicos en plazas de la Capital Federal y un gran evento en el estadio de San Lorenzo ante 26 mil personas. La procesión con María Auxiliadora, el desfile, los mensajes del Rector Mayor y del Papa Juan Pablo II coronaron una verdadera refundación del Movimiento Exploradoril.

Es cierto que algunos batallones manifestaron algunas resistencias, temiendo tal vez perder su identidad. Pero la historia demostró lo contrario: el Movimiento salió fortalecido, más fiel a Don Bosco, más cercano a los jóvenes, más vivo que nunca.

Desde que el papa Francisco nos habló de sinodalidad, tal vez entendemos mejor lo que vivieron los Exploradores en aquellos años complejos y estimulantes: participación, comunión y misión.

Desde que el papa Francisco nos habló de sinodalidad, tal vez entendemos mejor lo que vivieron los Exploradores en aquellos años complejos y estimulantes: participación, comunión y misión. Tal vez sin proponérselo explícitamente, los protagonistas de esta transformación protagonizaron un proceso profundamente sinodal, una verdadera teología del pueblo de Dios, que sigue viva hasta el presente.

Hoy, a más de cincuenta años de aquel proceso, rendimos homenaje a quienes lo hicieron posible. Gracias a ellos, los Exploradores Argentinos de Don Bosco siguen siendo el corazón juvenil del carisma salesiano en Argentina. Esta historia nos recuerda que, cuando se sueña en comunidad, es posible transformarlo todo sin perder lo esencial.

BOLETÍN SALESIANO DE ARGENTINA – AGOSTO 2025

Noticias Relacionadas

Mirarse al espejo

Playlist Video. "Envidiosa": ¿cómo afecta la envidia nuestra vida y nuestras relaciones?

Trazos y tizas

Trazos que rumbean acasos tizas que sugieren tal veces trazos que insinúan retazos tizas que mitigan reveses. Trazos...

PAPAlabras

Francisco siempre nos dice algo. No son todas, ni están elegidas al azar. Son...

Jornada completa

Apuntes de viaje de la JMJ Río 2013 Los días de la Jornada Mundial de...