Del commendatore Gazzolo al arzobispo de Buenos Aires.
Por Néstor Zubeldía
nzubeldia@donbosco.org.ar
En estos meses se cumplen exactamente ciento cincuenta años desde que algunas cartas con distintas firmas surcaron el Atlántico, desde Italia a la Argentina, y viceversa. Mediante ellas, comenzaron a entablar relación varias personas que terminarían encausando y definiendo la aventura misionera de Don Bosco traer por primera vez a sus salesianos a América.
La que publicamos a continuación, seleccionando apenas algunas frases textuales de un escrito más extenso, fue enviada por el cónsul argentino en Savona, Italia, al arzobispo de Buenos Aires.
Gazzolo inició una conexión que en poco más de un año desembocaría en la llegada de los primeros salesianos a nuestro continente.
Juan Bautista Gazzolo (1827-1895), italiano de origen, pero con doce años de residencia en la Argentina, había conocido a Don Bosco en la visita a uno de sus colegios en la costa del Mediterráneo. Desde allá escribió a Monseñor Aneiros, a quien también había tratado personalmente en Buenos Aires. Con su carta, Gazzolo inició una conexión que en poco más de un año desembocaría en la llegada es primeros salesianos a nuestro continente.
Savona, 30 de agosto de 1874.
Excelentísimo Monseñor:
Desde que me hallo en Italia jamás olvidé lo que me parecía ventajoso de alguna manera para la República Argentina, que tengo el honor de representar en esta ciudad. Con este objeto tuve varias ocasiones de conversar con un santo sacerdote que se ocupa especialmente de la juventud pobre, que podría, a mi juicio, ser útil a los jóvenes argentinos.
Este individuo es el excelentísimo sacerdote Juan Bautista Bosco, superior de la Congregación Salesiana, aprobada no hace mucho por la Santa Romana Iglesia. Este padre ya ha abierto muchos colegios y hogares que yo mismo quise visitar para formarme una idea exacta de lo que son y de lo que pueden dar. Esta visita es lo que hizo nacer en mí el pensamiento que tal institución haría un gran bien en la República Argentina.
Habiendo tratado este mismo argumento con el sacerdote citado, lo hallé bien dispuesto en favor de la República Argentina, él mismo me dijo que había hablado con su santidad Pío IX sobre el modo de abrir algunas misiones en América. El reverendísimo señor don Bosco tiene algunos sacerdotes disponibles que por su espíritu eclesiástico prometen muchísimo. Ahora hay que ver si Vuestra Excelencia Reverendísima juzga necesaria esta institución en la Arquidiócesis, y si en tal caso, hubiera algún edificio o iglesia para colocar a estos sacerdotes. Si V. E. Revma. lo juzgare conveniente, se podría empezar por un pequeño número y luego aumentarlo según las necesidades.
Yo propondría la iglesia de N. Sra. de la Misericordia. Es verdad que el edificio para habitación no es suficiente, pero en tal caso yo pondría a disposición de los padres los dos terrenos al lado de la iglesia que son de mi propiedad, a no ser que V. E. Revma. juzgare más oportuno ubicarlos en otra parte.
No estaría de más contar con un buen número, no ya de aventureros, pero sí de sacerdotes que viven según el Espíritu de Dios, así son los salesianos.
Si V. E. Revma. desea mayores informes puede pedirlos a nuestro Santo Padre Pío IX, pues me aseguran que conoce al Revmo. don Bosco, Padre General y a la Orden Salesiana.
V. E. Revma. me disculpará la intervención que solo busca aportar aunque más no sea un grano de arena en bien de la gran obra, la salvación de las almas.
Dios guarde a V. E. Revma.
Juan B. Gazzolo
Esta carta comenzó a “alinear los planetas” después de las dudas de Don Bosco y de las numerosas invitaciones que venía recibiendo desde hacía tiempo para enviar a sus misioneros a lugares tan distantes como Hong Kong, la India, Australia, Egipto o los Estados Unidos.
Probablemente conozcas al commendatore Gazzolo, por su figura inconfundible, sable en mano y con el uniforme lleno de condecoraciones, en el lugar central de la famosa foto que Don Bosco se tomó con los primeros misioneros salesianos antes de que partieran a América.
El pícaro Gazzolo conocía tanto el ambiente argentino como el italiano. Evidentemente era un hombre con facilidad para las relaciones públicas. Aun siendo capitán de marina, en Buenos Aires se había desempeñado como bibliotecario de la Universidad, designado por el ministro de instrucción pública Domingo Faustino Sarmiento. Y cuando el sanjuanino llegó a la presidencia de la Nación, lo nombró cónsul argentino en su país de origen. Il commendatore buscaba hacer un aporte valioso al país con la llegada de los salesianos.
¡Y vaya que lo logró! Aunque, como se ve, no daba puntada sin hilo. Podía confundirse el nombre exacto de Don Bosco. Pero tenía muy claro que necesitaba conseguir buenos capellanes para la iglesia de los italianos de la que era padrino. Y de paso, si podía, aprovechar a vender los lotes de su propiedad contiguos al templo, un tema que con los años daría para más de una discusión con los salesianos.
Con todo, la carta de Gazzolo al arzobispo, resultó oportuna y providencial. Y, como veremos, terminó haciendo posible que el carisma de Don Bosco y su Obra se difundieran por todo el continente.
BOLETÍN SALESIANO DE ARGENTINA – AGOSTO 2024