Los paisajes
Los paisajes de mi tierra
que son de muchos colores
hablan de odios y de amores
y a mi corazón se aferran.
En los ojos de los niños
se trasluce una evidencia
yo comparto esa experiencia
lo que importa es el cariño.
Con mis lágrimas destiño
el color de mi pañuelo
cuando pienso en los abuelos
que regaron las semillas,
hoy son la luna que brilla
ahí arribita en el cielo.
Sueño con un día distinto
soy como el junco
yo me doblo y no me quiebro.
Sueño que haya pan y trabajo
que a nadie falte un techo
creo que ser feliz es nuestro derecho.
(fragmento)
Artista: Soledad Pastorutti
Álbum: Natural (2023)
Por: Micaela Perez Ghio
micaperezghio@gmail.com
Qué bonito el sueño que canta la Sole Pastorutti en esta canción: un día nuevo, pan y trabajo, que a nadie le falte un techo, la felicidad. Esta canción es como un mapa: tiene algunas pistas, claves para llegar a ese “tesoro” del sueño cumplido que cada uno de nosotros busca alcanzar.
Una de las claves para cumplir el sueño es tener presentes los paisajes que habitamos y visitamos y dejar que se aferren en nuestro corazón. Porque un paisaje se vive con otros, recordar un paisaje nos hace también recordar personas, olores, palabras y silencios. Recordar paisajes es reconstruir nuestra historia. Y quien sabe de dónde y cómo viene, tiene un poco más claro hacia dónde va.
“Tanto grito en el vacío”. La segunda pista es esta: el no-paisaje, el vacío como lugar de gritos. No dar lugar hace que surjan gritos, gritos que anhelan habitar un paisaje, ser parte de una historia. Entonces para llegar a cumplir el sueño hay que hacer lugar, para que todos podamos ser parte del paisaje y que no existan vacíos.
Y llegamos al faro de nuestro mapa: la mirada de los niños. Niños que, con mucha naturalidad hacen lugar, invitan a jugar, escuchan, comparten. Y esa es la evidencia: mirar como miran los niños. Ellos nos acercan al sueño de un mundo donde ser feliz sea un derecho y una realidad.
El recorrido nos invita a mirar hacia arriba. Quien sabe de mapas, observa detenidamente y se orienta con la luna y las estrellas. Otra pista es la presencia de los “abuelos que regaron la semilla”, de los mayores que nos acompañaron, y que en nuestra travesía iluminan el camino en los momentos de oscuridad. Y cuando hay luz, aún sin verlos, siguen ahí, cerquita.
“No me va a fallar el rumbo, si quiero estar a tu lado”. La última pista que nos deja la canción es esta: ir acompañados. El sueño de un paisaje habitado por muchos se concreta junto a otros, esto nos da la seguridad de que, acompañados, vamos por el camino correcto.
Entonces sí, estaremos un poco más cerca de cumplir el sueño y ser felices será, además de un derecho, una realidad.
BOLETÍN SALESIANO DE ARGENTINA – AGOSTO 2023