¿Por qué tener Esperanza? ¿Por qué alentar a tener Esperanza? ¿Cuál es el contenido de la Esperanza como cristianos?
Por Ezequiel Herrero
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Con esas preguntas comienza el nuevo libro de Eduardo Meana Laporte, Meditaciones urgentes sobre nuestra Esperanza, publicado recientemente por Ediciones Don Bosco Argentina.
“No es un tratado sobre la Esperanza, ni una homilía, ni un informe sobre un consenso de pensadores”, explica el propio autor. Por el contrario, inspirado y motivado por los ejemplos de figuras como el cardenal Pironio o monseñor Zazpe, el texto “intenta ser la reflexión de un creyente. Con un acento, una perspectiva, que nunca va a ser total, pero sí puede ser iluminante. Creo que necesitamos siempre pensar desde lo pequeño y humilde que cada uno de nosotros es”.
Esperanza que trasciende
El padre Eduardo expresa con claridad en la introducción al texto: “Me preocupa que demos a las personas que nos buscan una Esperanza falsa. Que seamos payasos que anuncian finales felices. Nuestro horizonte no puede ser la tontería de palmear los hombros cansados repitiendo vaciedades como: ‘Ponete positivo, la vida es un carnaval, todo lo malo pronto pasará, a los buenos les pasan cosas buenas’”.
“Nuestra Esperanza no es que pase la tormenta. Nuestra Esperanza es tu presencia”.
Por el contrario, quienes se adentren en la lectura encontrarán pocas certezas, pero una de ellas será la Esperanza escrita con mayúsculas, una Esperanza cristiana. Así lo propone el autor: “Nuestra Esperanza es trascendente. Y nuestra única certeza, nuestra única alegría triunfadora, es la fuerza de la Pascua. Y nuestra positividad es el sí de Dios. Por eso, mantengámonos sedientos del única agua que da vida y compartamos ese tesoro, que el existir mundanizado no valora, ni acepta, ni comprende”.
Y agrega: “En tiempos de convulsiones sociales —desde la samaritana en su rinconcito olvidado de periferia bajo el Imperio Romano, hasta Ana Frank y Viktor Frankl—, el futuro es de los sedientos: su legado vence al dolor de su época y se ancla en lo que permanece”.
Esperanza que se reza
El texto surge de las vivencias, palabras y escuchas del autor que se produjeron en el último tiempo, tan particular e incierto, que todos atraviesan: “Los sabios del pueblo de Dios nos muestran el valor del pensamiento que nace de cada corazón. Por eso no busco disimular mis resonancias personales en esto que escribo. Creo que el lenguaje testimonial siempre pasa por la referencia de corazón y sus búsquedas. Pero su camino no conduce hacia el yo, sino hacia Cristo”. Esta es la propuesta con la que se encontrarán los lectores. No se trata de un texto completo o cerrado, sino más bien de una invitación a una reflexión personal sobre la Esperanza que conduzca a Jesús.
“Nuestra Esperanza es trascendente. Y nuestra única certeza, nuestra única alegría triunfadora, es la fuerza de la Pascua”
Respecto al estilo del texto, la elección de hacerlo en formato de poesía tampoco es casual: “Los salmos, el Magníficat, el prólogo de Juan… todas son poesías porque el misterio que nos adviene, el misterio de compasión manifestado en la historia, supera la organicidad de un sistema de ideas, lo desborda. Siempre”, aclara el autor.
Al mismo tiempo el formato y el tema le permiten a Meana dedicar las últimas páginas de la publicación a compartir algunas canciones propias e inéditas sobre el tema: “Son como pequeños comentarios o complementos, que pueden servir para la propia meditación urgente, sobre la Esperanza que se vive y se anuncia con palabras y con el hacer.”
Meditaciones urgentes sobre nuestra Esperanza es un texto para disfrutar de a poco, para releer varias veces y para completar con reflexiones y escritos personales. Es una manera distinta a la habitual de entender el presente y, sobre todo, de proyectar el futuro. Pero fundamentalmente es una fuerte propuesta para rezar.
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BOLETÍN SALESIANO – AGOSTO 2020