«No te das una idea»

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“El imaginario de los misioneros salesianos”, nuevo libro de Ediciones Don Bosco Argentina.

Por: Ezequiel Herrero y Valentina Costantino

redaccion@boletinsalesiano.com.ar

Los primeros salesianos llegaron a la Argentina el 14 de diciembre de 1875. Sin embargo, no fue hasta 1887 cuando iniciaron su viaje a la Patagonia, con la intención de evangelizar a los indígenas que ya se encontraban en disputa con el estado.

Si bien el imaginario de los misioneros salesianos sobre los indígenas era atemorizante y salvaje, se encontraron con una mayor diversidad de lo que presentaba la prensa argentina y lo que se comentaba en el Occidente.

“El imaginario de los misioneros salesianos” es el nuevo libro publicado por Ediciones Don Bosco Argentina. Su autor, el padre Walter Paris, Doctor en Historia por la Universidad del Salvador, conversó con el Boletín Salesiano.

¿Por qué escribir un libro sobre el imaginario de los salesianos? ¿Cuál es el objetivo de la publicación?

Estudiar el imaginario tiene que ver con mostrar que las cosas no son casualidad y que tampoco son un capricho. Mi idea era ver cuánto de Don Bosco, cuánto de la evangelización y de los proyectos estaban fundados en las ideas de la época y cuánto era un itinerario de la libertad cristiana de Don Bosco y de los misioneros.

Y también esta lectura de los imaginarios nos ayuda a evitar los anacronismos y las condenas. A mí me molestan mucho cuando se comienza a acusar a una época por determinadas concepciones desde las concepciones que tenemos nosotros hoy, porque era la concepción que había en la época.

¿Cómo se fue transformando el imaginario de los misioneros entre lo que veían desde Europa y lo que se encontraron en el territorio?

Los misioneros vinieron con toda la idea de la ferocidad indígena que se había transmitido. Vivíamos en un contexto intelectual eurocéntrico, de superioridad racial, cultural y moral de Europa sobre el mundo, y donde la cultura legítima y legitimada de la época era la cultura europea y cristiana. Eso era lo que se comunicaba y por eso se buscaba civilizar: había que occidentalizar todo, sacarle sus mantos, sus costumbres, su lengua, y había que transformarlos en europeos, porque eso era lo “correcto” en esa época.

Incluso cuando llegan a Buenos Aires, siguen con esa imagen porque la prensa porteña estaba en contra del plan del presidente Adolfo Alsina, la prensa porteña buscaba una expansión rápida sobre las tierras cultivables hacia el sur. En ese contexto llegan los misioneros y para ellos la experiencia desde un comienzo fue brutal, primero por cómo debieron vivir: el viaje, la Pampa, la comida, todo fue muy diferente a Europa.

Y cuando los misioneros llegaron a la Patagonia vieron que los indígenas que cruzaron eran amables y los saludaron. Se encuentran con disponibilidad, con apertura, en Carhué hasta el mismo cacique les brinda su propia tienda para catequizar a los niños. La intimidad de la tienda era una cosa inaccesible, sólo reservada a la familia.

La experiencia cambió radicalmente porque encontraron un pueblo realmente vencido, reducido a la miseria. Y eso se fue verificando en experiencias posteriores, todo un pueblo hambreado porque no tenían suficiente alimento, porque no les habían dado instrumentos de labranza, porque no les habían ofrecido una capacitación para labrar la tierra, algo que los indígenas no sabían hacer. Pasaron cosas muy graves. A esto se le suma toda la experiencia paralela que viven los lazaristas en la isla Martín García con los indios deportados y que mueren de viruela.

Todo esto muda el panorama y se encuentran con una realidad radicalmente diversa de la original. El imaginario es difícil de cambiar, pero experiencias límites o una experiencia potente, si lo puede cambiar. Estas experiencias cambian todo el proyecto de armar internados, escuela, un proceso de evangelización para pacificar, pasa a ser para socorrer.

¿Por qué los misioneros lograron cambiar la idea de los indígenas que traían de Europa?

Yo creo que la mudanza del imaginario y la manera en cómo hacen su juicio frente a lo que ven, muestran que son tipos libres de cualquier prejuicio e ideología. Ellos vivían en Europa, cómodos, y podían haberse quedado allá, pero sacrificaron su comodidad por amor a la gente y porque Cristo era lo más valioso que tenían para ofrecer. 

Y esta libertad viene de Don Bosco, que le tocó vivir la época de la lucha ideológica del siglo XIX en Italia. Él creó una sociedad civil, la registró delante de la iglesia. La manera de insertarse en una institucionalidad fue una genialidad de Don Bosco. Cuando los misioneros fueron libres, buscaron la vuelta para evangelizar. Después, claro, sobre el proceso de institucionalización hay montones de cuestionamientos que pusieron en peligro las misiones.

¿Por qué es importante rescatar esa figura de mediadores que desarrollaron los misioneros? ¿Cómo les permitió esa figura transmitir un mensaje de fe?

La mediación es justamente para ayudar a los pueblos, para salvarlos de su destrucción, para mediar ante las autoridades del Estado, que iban tomando posesión de la tierra. 

Y la manera de salvarlos, era civilizándolos. Siempre con la noción de que a través de la educación podían ayudarlos a dar el salto cultural, tenían un planteo evolucionista cultural. Los pueblos de alguna forma lo entendieron, se dieron cuenta que si ellos no se incorporaban a esta corriente cultural, se quedaban afuera.

Los misioneros buscaron acercarse a los indígenas prisioneros, y ahí comienza una aproximación de una evangelización, que es muy rudimentaria, porque en la mayoría de los casos no había intérprete español. Comienza un empeño por llegar desde otro lado e inicia un proceso de negociación, y de denuncia.

Las escuelas también fueron fundamentales. En todos los lugares había escuela para civilizar y evangelizar indígenas, y para que después ellos lo hagan con su gente. Que era el proceso que Don Bosco soñaba.

¿Cuál es el aporte que te parece que el libro hace al espíritu misionero salesiano de hoy?

Ayuda a reflexionar sobre la manera de resolver el conflicto vigente con los pueblos indígenas en Argentina, que no es atizando y echando leña al fuego, sino ayudarlos a darse cuenta que vivimos en un estado de derecho y que todos tenemos derecho a vivir en esta tierra. Tenemos que vivir unidos, respetarnos y reconocernos. 

Un segundo aporte es el del carisma. Los salesianos siguieron el carisma de Don Bosco: misionar, estar con la gente y en los colegios. Creo que hacer historia después de 150 años es volver a la fuente, volver a este carisma que hizo grande a la historia salesiana en Argentina.

Por último, el libro trata de ser un servicio para entender que la cruz duele. Tenemos que abrirnos a hacer un sacrificio, a dar la vida y el cuerpo como lo hicieron los misioneros, y dejarnos penetrar el corazón por Cristo, porque es lo único que nos hace verdaderamente libres de las ideologías dominantes. 

Si realmente queremos que esta evangelización florezca en santidad, y lo vemos en Ceferino, y Zatti, tenemos que sangrar de verdad. De lo contrario, estamos ofreciendo un mensaje burgués, somos católicos, cumplimos más o menos los mandamientos, nos portamos bien… Pero Cristo es dar la vida.


Podés conseguir el libro “El imaginario de los misioneros salesianos” en la página web de Ediciones Don Bosco Argentina.

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