Santino: un pibe como cualquiera

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Soñar en grande y trabajar para conseguirlo.

Santino Niz en la biblioteca de la Escuela Nº 1027 «Luisa Mora de Olguin».

Por: Ezequiel Herrero y Valentina Costantino

redaccion@boletinsalesiano.com.ar

Desde hace ya varios años, la ciudad de Rosario aparece vinculada en los medios de comunicación nacionales a diferentes acontecimientos de inseguridad, narcotráfico y violencia. Especialistas de todo tipo desfilan por los programas de televisión y por las redes sociales proponiendo diversas soluciones, opinando a veces con llamativa liviandad sobre la situación. 

Santino Niz es uno de los tantos jóvenes que conoce bien la situación, no porque se la hayan contado o la haya visto a través de la pantalla, sino porque la vive cotidianamente. Él tiene dieciocho años, vive con su familia en el barrio de Ludueña, Rosario y participa de diversas propuestas en la Casa Salesiana. 

Como muchos otros chicos y chicas Santino también tiene sueños y proyectos, hoy el más importante es poder terminar la escuela secundaria que debió interrumpir en el pasado por varios motivos. Actualmente se encuentra cursando el tercer año de secundaria de la escuela Nº 1027 «Luisa Mora de Olguin» y expresa confiado y seguro: “le estoy metiendo bastante ganas porque quiero terminar la escuela”.

Los sueños se construyen con esfuerzo, y Santino, quien se ha enfrentado a varios desafíos en su vida, lo demuestra cada día en sus ganas, constancia y dedicación.

El sueño que hace soñar

La propuesta que este año hace el Rector Mayor a la Familia Salesiana es celebrar el bicentenario del sueño de los 9 años. Pero no solo como un bonito recuerdo, sino y sobre todo como una invitación a que otros chicos y chicas también puedan desplegar sus sueños. Santino es uno de esos tantos jóvenes.  

“Mi sueño es vivir tranquilo. Mi barrio tiene bastante inseguridad, y casi siempre hay peligro de balacera o asesinato. Y yo quiero vivir sin miedo a que me hagan daño, quiero salir a comprar algo en la tienda a la vuelta de la esquina y volver sano y salvo – afirma Santino con una claridad y sencillez. – Quizá para muchos no signifique lo mismo la tranquilidad, pero para mí es eso. Y sé que para alcanzarlo primero tengo que terminar la escuela, porque estudiar me da una entrada directa a trabajar, y con esmero, podría vivir tranquilo. Por ejemplo, a mí me gustaría abrir una cafetería, y atender a gente que necesite un momento para tranquilizarse, ya sea tomando un café, un té, un helado, lo que sea, pero tranquilo y con música de fondo”.

“Para alcanzar mi sueño primero tengo que terminar la escuela, porque estudiar me da una entrada directa a trabajar, y con esmero, podría vivir tranquilo”.

La escuela resulta como en muchas otras ocasiones la puerta de entrada para asegurar otros derechos y oportunidades, aunque sostener la constancia no sea sencillo: “Tuve varios problemas familiares, que no me influyeron directamente a mi, pero sí a mis hermanos. Por esa época perdí tres o cuatro años de clases. Pero desde que volví, me prometí a mí mismo seguir firme y terminar la escuela acá, o en donde sea, pero terminarla”.

“A lo largo del tiempo mi familia ha tenido muchos problemas de salud, mis padres están muy enfermos, y eso me complica mucho a la hora de ir a la escuela y hacer todo lo que tengo que hacer, porque también tengo que estar al tanto de ellos y de mis hermanos”, explica Santino, quien además de participar del colegio concurre a Mallín y al oratorio, dos de los grupos juveniles que animan los salesianos en el barrio. 

Hacer bien lo de todos los días

La inseguridad es también una realidad palpable y muy contundente que atraviesa la vida de todos los vecinos: “Me complicó mucho porque tenía miedo a la hora de salir hasta la esquina de mi casa. Pero apenas pude, fui el primero en salir para ir a la escuela y empezar otra vez los movimientos juveniles. Di lo mejor de mí para estar al día en mis clases y para hacer que los chicos del Oratorio estén felices y se sientan contenidos”.

“Para mí todos estos lugares significan contención, amor, seguridad y escucha. Intento siempre estar acá. Hice talleres de herrería y soldadura, ahora aspiro a hacer carpintería o electricidad. Y siempre que me avisan alguna cosa en la que pueda ayudar, me ofrezco. Tener muchas actividades me hace sentir libre, me deja expresar cómo me siento y también acompañar a quien quiero acompañar. 

Claro que Santino no está solo, a lo largo de su vida reconoce que fueron muchas las personas que lo ayudaron y acompañaron: “Mis amigos, mis profesores, mis compañeros de Mallín y de Oratorio, y más que nada, mis vecinos que me motivan siempre a venir a la escuela. Recuerdo una charla con un amigo que significó mucho para mí. Nos fuimos de viaje a Córdoba y en una de esas noches tuvimos charla donde le compartí todos mis sueños. Él me dijo que mi sueño no era absurdo, que valía la pena luchar y seguirlo, y que si me lo propongo lo iba a conseguir. No siempre se tiene apoyo incondicional de otras personas. Es simple, pero este gesto me dejó marcado y lloramos toda la noche”.

“Pude encontrar a Dios en amigos que me consolaron, en experiencias formativas que me ayudaron, y que me hicieron entender que él está en un lugar mejor”.

En un contexto de tanta adversidad la fe, es uno de los pilares que sostiene la vida y sus dolores: “Hubo muchos momentos en los que pensé que me había dejado, como en el fallecimiento de mi hermano el año pasado. Fue un momento muy difícil para mí y para toda mi familia”. Pero también la fe, es la que ofrece la certeza de estar siempre acompañado “Pero pese a todo, sé que Dios estuvo ahí. Pude encontrarlo en amigos que me consolaron, en experiencias formativas que me ayudaron, y que me hicieron entender que él está en un lugar mejor. Dios está siempre a mi lado y siempre está acompañándome con su mano en el hombro”.

Conocé más de Santino en el video del Aguinaldo 2024.

BOLETÍN SALESIANO DE ARGENTINA – ABRIL 2024

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