Los misioneros y Don Bosco comparten las últimas noticias días después de la partida.

Por: Néstor Zubeldía, sdb
nzubeldia@donbosco.org.ar
Una vez que el vapor Savoie partió de Génova con los misioneros a bordo, tanto quienes quedaron en tierra firme como los que partieron, comenzaron a escribir. A continuación, publicamos traducidas y resumidas algunas de esas largas cartas. La primera, escrita por Don Bosco al jefe del grupo, don Cagliero, muestra que, lejos de detenerse, a los pocos días de la despedida, el santo ya estaba afrontando nuevas fundaciones. Las otras, del padre Tomatis, cronista de la expedición, van dirigidas desde el barco a don Francesia, que había sido su director en Varazze. Las escalas que el vapor debía hacer necesariamente en distintos puertos, servían para reaprovisionarse de carbón, agua potable y alimentos frescos y a la vez para enviar y recibir correspondencia. A los misioneros les dieron también la oportunidad de reencontrarse con familiares que habían migrado y de comenzar a planear futuras expediciones a otros países, incluso antes de haber llegado a destino.
Queridísimo don Cagliero:
Te escribo a ti y tú darás mis noticias a los otros salesianos. Hemos recibido noticias de ustedes hasta Gibraltar y bendecimos a Dios porque el viaje ha sido bueno. En todas nuestras casas se reza a fin de que sea también buena la prosecución hasta el campo de batalla.
Enseguida de la partida de ustedes, o sea el 29 de noviembre, me llegaron los documentos de Roma: una carta para el arzobispo de Buenos Aires, el decreto para ustedes, un Breve del papa y una carta del cardenal Antonelli.
En poco tiempo nuestras cosas han progresado. El 21 del mes pasado fue abierto el Patronato en Niza, con un colegio para niños pobres. A mi regreso he comenzado nuestra obra de Bordighera. Hasta ahora alquilamos, pero se ha comprado un terreno al lado del templo. En la primavera, si Dios quiere, empezaremos una iglesia. El 9 de este mes será inaugurado el local de Sampierdarena. (…)
Todas nuestras casas, llenas. Todos quieren enviar saludos a los misioneros; más bien, ir a verlos. Ustedes agradezcan estos sentimientos y ya a su tiempo estos proyectos tendrán su realización. (…)
Al dar noticias de ustedes a otros de los nuestros, procura, si es posible, que lean juntos los recuerdos que les he dado antes de la partida.
Dios los bendiga a todos. Recen también por mí que seré siempre afectísimo amigo en Jesucristo.
Sac. Juan Bosco
Sestri Levante, 4 de diciembre de 1875.
Sobre las vastas llanuras del Océano Atlántico, 25 de noviembre de 1875, 9 horas a.m.
Reverendísimo señor director:
(…) ¿Quiere saber algo de nosotros? Tenga paciencia, porque aventuras extraordinarias, de esas que le gustan a quienes leen descripciones de viajes, no hay ninguna. Pero si todavía no hemos muerto ni hemos sido tragados por las olas o estrangulados por alguna criatura marina, no quiere decir que en nuestro viaje no se encuentren más que rosas. (…)
El viaje hasta ahora fue bueno, más aún, buenísimo respecto al mar, pero en general se está poco bien, primero porque habiendo pasado el trópico de Cáncer crece el calor, y habiendo entrado en la zona tropical desde el 23 a la noche, y también por el mal de mar, que quita el hambre a cualquiera.
Don Cagliero es el que más lo sufre y después don Cassinis, que para no sufrirlo están obligados a quedarse en la cama la mitad del día. Los que menos sufrieron y que mantienen alta la bandera, son Tomatis, Scavini y Gioia. Pero mire que igualmente don Cagliero reza la misa cada día como los otros, y además se canta, se toca música, etc.
(…) Si las monjas le piden noticias de estas hermanas suyas, dígales que están todas con buena salud, que alguna ha sufrido un poco, pero en general menos que los hombres. A propósito de mar, cuando subimos en Génova, algunos marineros decían: “Hemos embarcado a religiosos, seguramente tendremos tormenta”. Pero ahora ya dicen lo contrario. Nosotros decimos misa cada día y el mar se mantiene placidísimo, que según ellos es cosa rara en esta estación. Otra particularidad es que hemos tenido siempre viento en popa, con lo cual navegamos más rápido. ¡Demos gracias a Dios!
Aquí todos, frailes y monjas, le envían mil saludos.
Affmo. Tomatis
Río de Yaneiro, vigilia de la Inmaculada Concepción, 7 de diciembre.
Rev.mo señor Director:
Le escribí desde San Vicente una larga carta que espero haya recibido. Hoy llegamos aquí y mañana partiremos. El domingo estaremos en Montevideo y el lunes en Buenos Aires. El viaje hasta ahora fue óptimo respecto al mar, pero en parte por el calor y en parte por la ondulación del buque, inevitable en un viaje de un mes, la última semana hemos pasado realmente los misterios dolorosos.
Partidos de San Vicente, un buen hombre, piamontés de Scalenghe, se volvió loco, se cree que por efecto del calor. El 29 a la noche vino a nosotros para confesarse diciendo que se iba a morir. Parecía sano en el cuerpo, pero invadido por la nostalgia. Se trató de consolarlo, pero no se pudo. Se confesó con don Cagliero. Se avisó al capitán que lo puso en vigilancia por temor de lo que pudiera pasar. A la mañana, a la hora del desayuno, se escapó de la guardia y se tiró de un salto al mar. El buque se detuvo, se arrojó un salvavidas y un bote con tres hombres, pero aun así no se lo pudo salvar. Esto nos puso melancólicos y sumado al calor, hemos pasado una semana feísima. (…)
Cuántas veces ya he deseado volver a ver, aunque sea media hora, al menos Varazze, los queridos amigos, los queridos hermanos. Sin embargo, es necesario que me contente de amarlos y recordarlos en Dios. Así haré, para que Él los bendiga, mientras me encomiendo a todos ellos y sobre todo a mi querido director, de quien seré siempre amigo.
Tomatis Domingo
BOLETÍN SALESIANO DE ARGENTINA – NOVIEMBRE 2025
