Todavía hay buenas noticias

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Les escribo pocas horas después de haber entregado el crucifijo misionero al grupo de diez Hijas de María Auxiliadora y veinticinco salesianos de la 149º expedición misionera, contando a partir de la primera preparada por Don Bosco el 11 de noviembre de 1875.

En esa ocasión eran diez los salesianos enviados a Argentina. Aquellos primeros fueron seguidos por once mil salesianos y dos mil quinientas hermanas que han partido para el mundo:es una realidad maravillosa que me hace decir que existen todavía buenas noticias por conocer y comunicar.

Los cristianos en realidad no“tienen” una misión:“son” la misión.Están en misión por cuenta de Jesús y quien los recibe ofrece hospitalidad a Dios. En las Florecillas de San Francisco hay sobre esto una historia encantadora.

Un día, saliendo del convento, Francisco de Asís se encontró a fray León. Era un fraile sencillo y bueno,y San Francisco lo quería mucho. Al encontrarlo le dijo:“Fray León, vamos a predicar”. “Padre mío” —respondió—“Sabes que tengo poca instrucción.¿Cómo podría hablar a la gente?”.Pero como San Francisco insistía, fray León aceptó.

Anduvieron por toda la ciudad,orando en silencio por aquellos que trabajaban en bodegas y huertos. Sonrieron a los niños, especialmente a los más pobres. Hablaron con los más ancianos. Acariciaron a los enfermos. Ayudaron a una mujer a llevar un pesado recipiente.Luego de atravesar varias veces la ciudad, Francisco dijo: “Eshora devolver al convento”.“¿Y la predicación?”, preguntó el fraile. “Ya la hemos hecho”, respondió, sonriendo, el santo.

La mejor prédica es siempre la que está hecha de carne y sangre. Quien lleva puesto perfume no tiene necesidad de contárselo a todos: el perfume hablará por él.

De la casa de nuestra Madre Auxiliadora han partido miles hacia cada rincón de la tierra. Son la valiente “vanguardia” de nuestra Familia. No fueron enviados para “hacer y hacer”, sino para llevar un espíritu, alargar el abrazo de Don Bosco, la tierna humanidad de Madre Mazzarello y la audacia de quien vive la pasión del Evangelio.

Estamos llamados a testimoniar la presencia de Dios en el mundo con ese inconfundible estilo salesiano: comenzando de abajo, desde los más pequeños.Somos salesianos si, donde quiera que nos encontremos, escuchamos la voz de los olvidados. Solo quien se rebaja puede escuchar, sobretodo, a los pequeños.

“Preocúpense especialmente de los enfermos, de los niños, de los pobres y de los ancianos, y lograrán las bendiciones de Dios y la benevolencia de los hombres”, dijo Don Bosco a los primeros misioneros.Y también le dijo a Don Cagliero: “Hagan lo que puedan: Dios hará lo que no podamos hacer nosotros. Confíen todo a Jesús Sacramentado y a María Auxiliadora y verán lo que son milagros”.

Por Ángel Fernández Artime, Rector Mayor

BOLETÍN SALESIANO – NOVIEMBRE 2018

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