Teneme fe

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Cada fin de semana, niños, adolescentes y jóvenes participan de las distintas propuestas pastorales de la obra de Don Bosco en San Nicolás de los Arroyos. Al finalizar las actividades todos se reúnen en torno a la Eucaristía. Más tarde se habilita otro espacio, donde los jóvenes más grandes, todos ellos animadores y además estudiantes de los últimos años de la secundaria o los primeros de la facultad, conversan sobre el día y los proyectos que se vienen.
El mate comienza a circular entre ellos. En un sábado como cualquier otro, la charla giró en torno a la fe, una certeza que se comparte pero a la vez no deja de ser un gran desafío en nuestra sociedad.

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¿Qué es la fe para nosotros?

Alina es la primera que ensaya una respuesta: “La fe tiene que ver con dejarse sorprender por Dios. Es un modo distinto de conocer, porque es a través del corazón y no de pruebas científicas”. El resto coincide con ella en que se trata de una experiencia difícil de explicar.

Wanda añade que “sólo se trata de confiar” y Cande comparte una de sus experiencias recientes con uno de los chicos del grupo: “Me contaba que desde chico se sentía obligado por su familia a ir a catequesis, que no había sido su propia elección y eso lo llevaba a cuestionar su fe. Me preguntó cómo veía yo a Dios y le dije que en ese mismo momento podía encontrarlo en el otro, en sus actitudes, en la ayuda, en la escucha”.

¿Cómo es el encuentro con la fe?

“Eso se recibe, es lo que toca por la familia”, responde rápidamente Nazareno. Joaquín cuenta que justamente es un tema que charló con su mamá hace poco: “Cuando tenga un hijo me gustaría que la fe sea su elección. Yo elegí prepararme para la confirmación”. Wanda asiente: “También me confirmé de grande y no me sentí obligada, fue algo que quise hacer por mí misma”.

Por otro lado, Abril señala que “siempre sentí a Dios como una parte mía, lo veía en la familia y lo tuve presente desde chiquita. No siento que fuera algo que me chocara”.

“Conceptualmente puede ser difícil entender qué es la fe, pero por ahí los chicos son más ‘permeables’ a cosas que los adultos están más cerrados porque tienen más prejuicios. Es importante mostrarla sin imponer, a través del testimonio, la experiencia. Después, la elección es personal”, sintetiza Alina.

 ¿Qué lugar tiene la fe en nuestra vida?

Nazareno comienza compartiendo su experiencia: “En la residencia en la que vivo también hay grupos juveniles y el ambiente te anima a compartir la fe. Los fines de semana acá y en casa también”. A Wally le ocurre algo similar: “La fe tiene un lugar muy importante en mi vida y estoy agradecido a Dios de poder vivirla cotidianamente en muchos lugares, por ejemplo en el trabajo, sobre todo en la pastoral de primaria e inicial. Y los sábados en el oratorio. Se trata de encontrar a Dios en cuestiones sencillas; hacer sagrado el estar en el barrio, rezar, compartir la merienda y los juegos”.

“La fe tiene que ver con dejarse sorprender por Dios”.

Alina, por el contrario, explica que para ella “dar testimonio de ciertas cosas se complica en ámbitos que no son similares o no son tan comprensivos. Me cuesta expresarme o transmitir ciertas convicciones porque a veces es muy hostil el ambiente. Levantar la bandera de la fe hoy en día es a veces complicado”.

 ¿Qué desafíos nos trae decir que tenemos fe?

Para Nacho se trata de la perseverancia: “Siempre estamos en búsqueda, no hay que dejar de buscar para que nuestra fe madure y crezca”. Joaquín coincide: “Para mí, el mantenerse firme, estar fuerte y también el descubrir a Dios en las pequeñas cosas de la vida cotidiana”.

“¿Cómo hago para volver a tener esa fe de antes? ¿De dónde sacar fuerza? Es difícil dar cuenta del momento en el que vuelve o se renueva”, son algunas de las dudas y certezas que comparte Abril con el resto del grupo.

“La fe me salvó de un montón de cosas”

Para Wally, la fe implica un doble desafío. Por un lado dejarse acompañar y por otro poder acompañar a los demás, y todo eso “sin creérsela, simplemente desde el compartir, sobre todo en los momentos duros que todos tenemos”.

 ¿Podemos reconocer algún regalo que nos haya hecho el camino de la fe?

La mayoría coincide en que les ha regalado amigos, una gran familia y otra manera de ver la vida. “La fe me regaló mi presente —señala Joaquín— que para mí va de la mano con la palabra salvación. Todo lo que estoy viviendo hoy me salvó de un montón de cosas”. Para Cande, “uno de los mayores regalos es saber que nunca voy a estar sola y poder ver con otros ojos, con más amor”. Wally, ya sobre el final de la conversación, expresa que el mayor regalo que le otorgó el camino de fe fue darle sentido a las cosas que le fueron pasando: “Antes, el impulso de las ideas era interesante, pero la fe me regaló la necesidad de dar testimonio y al mismo tiempo poder hacerlo desde la convicción. Además me hizo tomar conciencia de lo grande que es la vida, para vivirla de verdad y con alegría”.

Por Camila Gómez Mura camilagomezmura@hotmail.com

 

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Un grupo de jóvenes animadores de la obra de Don Bosco de San Nicolás de los Arroyos, en la provincia de Buenos Aires, compartieron unos mates y se regalaron un tiempo para compartir dudas y certezas acerca de la fe. Las respuestas a las preguntas son un resumen de lo conversado.

 ¡Animáte a repetir la experiencia en tu grupo, escuela o capilla y dale también la voz a los jóvenes!

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